Carta del Dr. Mendonca

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El eminente abogado Juan Carlos Mendonca se tomó la molestia de enviarme una carta en la que expresa su desacuerdo con mi artículo del domingo pasado, “Y dale con la reelección”. Reproduce algunas de mis frases, aquellas que a su juicio no están avaladas “por argumentos jurídicos” de que la reelección no es posible por vía de la enmienda. De paso, me dio un tirón de orejas que le fue fácil hacerlo porque las tengo muy largas. Por provenir la reprimenda de un sabio la tomo sin disgusto.

Suelo decir que la libertad de expresión no es decir lo que uno quiere sino escuchar lo que dicen los demás, aunque duela.

Ya se habrá adivinado que el Dr. Mendonca sostiene que la Constitución Nacional permite la reelección vía enmienda. En mi artículo del domingo, y de varios otros domingos, expreso lo contrario. Decirlo así parecería una soberbia embrutecida. Pero tuve el honor de haber sido uno de los redactores de la Constitución. Participaba en las comisiones y las plenarias. Pero en las pausas era también posible conocer, hasta con más detalles, las ideas que luego se debatían en la sala. En estas reuniones nunca escuché que algún convencional estuviera de acuerdo con la reelección. Es más, cuando se discutió en la plenaria, se buscó cerrar todas las posibles hendiduras por donde pudiera colarse algún proyecto contrario. El mismo expresidente de la Convención, Dr. Ynsfrán, sostiene junto con otros exconvencionales, que la única posibilidad de una reelección es a través de la reforma. ¿Y de dónde sacan esta idea? Del mismo documento que debatieron, redactaron, sancionaron, juraron.

Supongamos que fue unánime lo de la reforma, pero su mala redacción nos dice lo contrario de lo que se ha querido expresar. Tampoco encuentro que así sea. La comisión de estilo estuvo integrada, entre quienes recuerdo, por Carlos Villagra Marsal, Benjamín Fernández Bogado, Rubén Bareiro Saguier. Fui también parte de esa comisión. Pero vamos a suponer, y no sería un error, que yo no entendí absolutamente nada de nada, pero no podemos decir lo mismo de los nombrados abogados y reconocidos intelectuales. El trabajo de la comisión de estilo volvió a la plenaria donde fue aprobado.

El profesor Mendonca reproduce esta parte de mi artículo: “Si esto llega a consumarse vía enmienda (…) tendremos un gobierno ilegítimo contra el cual la ciudadanía puede levantarse apoyada por la Constitución Nacional”. Y continúo pensando así, convencido de que todo gobierno que incumple la Constitución para instalarse en el poder es ilegítimo y ante el cual cabe la aplicación del Art. 138 “De la validez del orden jurídico” que “autoriza a los ciudadanos a resistir a dichos usurpadores, por todos los medios a su alcance...”.

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Por evocar esta figura constitucional, el profesor Mendonca me escribe “...y termina usted con una velada y sombría incitación a la insurrección ciudadana, es decir, al derramamiento de sangre”. Un poco exagerado el profesor al atribuirme un propósito que no tengo ni lo he expresado. Y no contento con esta deducción, reitera: “Como yo sostengo que es idóneo el uso de la enmienda para modificar la prohibición de la reelección presidencial, me siento preocupado por sus palabras y asustado porque justifico jurídicamente un procedimiento que según usted puede conducirnos a un levantamiento sangriento de la ciudadanía...”.

No se asuste mi admirado profesor por la sangre que pudiera correr –Dios no lo quiera– por culpa de su justificación jurídica de la enmienda ni por mi postura de estar en contra. La culpa sería de la desmedida ambición de muchos políticos para quienes no existen normas legales ni éticas que vayan a detenerlos.

El profesor Mendonca agrega en su carta: “No es poca cosa lo que usted dice en su columna, señor González Delvalle. Yo siempre lo leo y admiro su templanza. Me parece que en este caso usted la abandonó, para adoptar un intemperante dogmatismo, impropio de un intelectual. E innecesariamente, en un momento en que todo presagia que la enmienda no va a prosperar, sea o no jurídicamente válida”.

Me agradaría que el Dr. Mendonca se olvidara de mí, me apartara del debate de la “enmienda” y la “reforma” por mi “intemperante dogmatismo”; que enterrara para siempre lo que tengo dicho al respecto. No existo porque no pienso. ¿Pero qué pasa con tantos colegas suyos, doctor, igualmente relevantes para opinar con solvencia sobre estos temas y que sostienen una idea distinta a la suya?

Le saludo cordialmente profesor.

alcibiades@abc.com.py