Centenario de Roa Bastos

Para la cultura el año concluye con una buena noticia: se sancionó el martes la ley que declara el 2017 “Año centenario del nacimiento de Augusto Roa Bastos” y crea la comisión nacional de conmemoración. También establece que “todos los gastos de ejecución de los programas sean contemplados en el presupuesto de la Secretaría Nacional de Cultura”.

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Mirta, la hija de Augusto, dijo: “Queremos que esta conmemoración sea popular, que la gente se adueñe de Roa Bastos, que le recuerden y sepan quién fue”.

“Adueñarse” de Roa es hacerlo del escritor paraguayo más universal. El Premio Cervantes no ha sido sino la ratificación de sus elevados méritos literarios que no cesan de ponderar los profesionales de la crítica, profesores universitarios, estudiosos en general de la literatura paraguaya e hispanoamericana.

Gracias a una mayor preocupación de los profesores respectivos, los jóvenes se acercan cada vez más a las obras de Roa. Pero todavía se conoce más al autor que a su rica literatura. Los programas previstos para memorar el centenario incluyen, precisamente, trabajos de difusión con los estudiantes de forma que estos se inicien en el conocimiento de las obras fundamentales de nuestra literatura.

El nombre de Augusto Roa Bastos se dilata cada día más en el universo literario internacional. Se lo pronuncia con admiración y con respeto como autor de algunas de las más celebradas novelas entre las que sobresale “Yo el Supremo”, editada en 1974. Desde entonces se la estudia del derecho y del revés –tal como el autor lo hace con nuestra historia– por los más pintados especialistas que coinciden con esta afirmación rotunda: es una de las mejores creaciones literarias latinoamericanas de todos los tiempos. Se trata de esas obras que rejuvenecen con los años para sorprendernos en cada lectura por su vitalidad intacta.

También en el año 1974 Alejo Carpentier publicó “El recurso del método” y Gabriel García Márquez, “El otoño del patriarca”, que tienen en común la figura del dictador. Los antecedentes se remontan a “Tirano Banderas”, del español Ramón del Valle Inclán y “El señor presidente”, del guatemalteco Miguel Ángel Asturias. Se destaca también la gran novela del venezolano Francisco Herrera Luque, “En la casa del pez que escupe el agua”. Es una “historia fabulada” del tirano Juan Vicente Gómez, que ejerció “un poder casi absoluto” desde 1899 hasta 1935. En esta obra se resalta otra de las peculiaridades políticas latinoamericanas: la familia superviviente de todos los signos ideológicos. Herrera Luque habla de la familia Machado, en Venezuela. En nuestro país podemos también mencionar a algunas que están siempre en el poder, cualquiera sea la marca o el matiz político del gobierno.

Mario Vargas Llosa, en el 2000, dio a conocer “La fiesta del Chivo”, inspirada en el dictador dominicano Rafael Leónidas Trujillo, que cambió el nombre de la capital del país por el suyo, a más de hacerse llamar el Benefactor, el Padre de la Patria Nueva, en fin, nada original.

Frente a estas obras que prestigian la narrativa mundial, se impone “Yo el Supremo” no solo por la complejidad del personaje –Rodríguez de Francia no fue moldeado en la matriz de donde nacen los dictadores de estas tierras, como de una fotocopiadora– sino, entre otros aciertos, por el tratamiento novedoso del protagonista, de su contexto social, de su historia.

Mario Benedetti escribió que en Roa “hay un lenguaje sobrehumano en ciertas constancias del Supremo”.

La citada ley que establece el año del centenario del nacimiento de Roa, regirá desde el 1 de enero al 31 de diciembre de 2017.

Son muchas las acciones que se tienen previstas con este motivo. Se llevarán a cabo en todo el país con los centros culturales, educativos, desde los municipios, las universidades, los colegios. También en el exterior, principalmente en los países donde Roa tuvo una amplia actividad literaria, periodística, docente, como Argentina, Francia, España.

Roa no fue solo literato. Hacía escuchar su voz en favor de la dignidad y la libertad cuando nuestro país estuvo en manos de una larga dictadura. Bien está, entonces, que se lo recuerde con la solemnidad que se tiene prevista.

En fin, feliz Navidad.

alcibiades@abc.com.py

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