Chapuzones vigilados

El calor trae un tiempo de emociones y ansiedades. Hace poco falleció un niño ahogado durante una excursión, uno de los casos que se hicieron públicos. Leyendo los comentarios de los lectores percibimos no solo lo que piensan del accidente en sí, sino específicamente de las excursiones, la disciplina y la preparación previa con los niños.

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Si manejar a los hijos en la casa no es fácil, en grupo es mucho más complejo, ya que vienen de distintos hogares. Mucho se vapuleó a los padres que hoy no educan a sus hijos, aunque también es cierto que hay hijos que desobedecen fuera por el exceso de reglas en la casa.

La educación emocional, la obediencia debida es algo que generalmente nos cuesta inculcar de manera equilibrada, cedemos, ignoramos o apretamos de más. Somos reflejo del ambiente hogareño, aquí nos entrenamos para enfrentar situaciones en la sociedad.

El niño que se ahogó, según reportes, antes de que los adultos dieran el visto bueno para entrar al agua, salió corriendo y se arrojó a la parte más profunda del arroyo. Me pregunto si las maestras conocen el temperamento de sus alumnos. No obstante, la responsabilidad de los mayores, los comentarios cayeron desde distintos ángulos culpando incluso hasta directamente al niño.

En realidad, esta desgracia es penosamente común. En mis tiempos de colegio también murió una adolescente durante una excursión. Enlutó a todo el colegio, todavía puedo escuchar las palabras entrecortadas por el dolor y el llanto del director el día después de la tragedia.

Maestros y padres que van a la excursión o salida en grupo tienen que ser personas extremadamente previsoras, con experiencia comprobada de autoridad sobre el grupo. Es cierto que las desgracias ocurren aún tomando todas las precauciones, pero ¿cuántas pasan por desidia, pereza por no planificar? Tiene que haber en el equipo siempre una mente fría que planifique este tipo de salidas, por más “amargo, mala onda, pájaro de mal agüero” y demás calificativos que se le adjudique.

Responsabilizarse de chicos ajenos es un compromiso serio. Para esto hay que sentarse y evaluar todas las posibilidades de peligro y prevenirlas. Tenemos que estar preparados y conocer medidas que reducen riesgos y peligros, diferenciando teóricamente ambas situaciones para poder identificarlas en la realidad. Un lugar peligroso es definitivo y no es exactamente lo mismo que un lugar riesgoso. Hay gente especializada en deportes y aventuras que puede enseñar métodos y consejos vitales para organizar un grupo de niños y adolescentes, paralelamente abunda información virtual.

Verano y agua son una combinación placentera e ideal pero, en condiciones erradas, letal. Atentos con las excursiones a arroyos, casas con piscinas, los bebés pueden ahogarse hasta en una latona o un balde. Disfrutemos de las vacaciones previniendo trastornos o tragedias. Mamá y papá, toda persona mayor, no descuidar a los más pequeños ni un segundo. De más está decir que aprender a nadar es importantísimo, además de las clases del instructor, de por sí el agua nos enseña a respetarla, sea contenida en pileta o en su forma natural y salvaje. Reduzcamos las posibilidades de pérdidas irreparables.

lperalta@abc.com.py

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