Combustibles colorados

“Cuidaremos que no se mezclen los emblemas de Petropar con identificaciones partidarias”, dijo el presidente de Petropar Eddie Jara mientras aparece en la foto sentado en el local del Partido Colorado con el asesor político del presidente Cartes, el colorado Darío Filártiga; el presidente del Partido Colorado, Pedro Alliana; Miguel López Jiménez y Servín Blaires, miembros de la Junta de Gobierno de la ANR, concretando un negocio con el cartismo.

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Menos mal que el titular de la empresa estatal aclaró que entre la ANR y Petropar no existe ninguna relación y menos negocio, especificando aún más que el vínculo es entre Petropar y su proveedor (una empresa privada) y que la misión del ente termina “cuando le vendo a mi operador en portón”. Por lo visto hubo un descuido de las autoridades de la ANR porque el portón de Petropar se instaló en la propia oficina del presidente de los colorados.

Otro que trata de zafar la responsabilidad es el ministro de Industria y Comercio, Gustavo Leite, quien por lo visto no se convenció aún de que no será el candidato de HC a la presidencia y declara cínicamente que no encuentra ninguna transgresión legal en la operación Petropar-ANR-SA cuando que a instancia suya el Partido Colorado está violando abiertamente el Código Electoral en lo que respecta a que los partidos no pueden recibir ni siquiera contribuciones ni donaciones de las empresas estatales. Mucho menos, por supuesto, participar de emprendimientos lucrativos.

El ministro de Industria y Comercio se esfuerza inútilmente en asociar esta modalidad de negocios ilícitos o negociados políticos con la modernidad de su partido, por el hecho de aprovechar inmuebles en desuso para fines productivos (en realidad comerciales) cuando que es la vieja práctica de forzar a los partidos a depender cada vez más del Estado.

En realidad, lo que está haciendo Leite –seguro estoy con la oposición íntima sin poder manifestarlo de Jara– es tratar de reconstruir el lema de la dictadura stronista “Gobierno-Partido Colorado-Fuerzas Armadas”, la tríada maldita con la cual la ciudadanía interpretó por mucho tiempo que los tres son la misma cosa. Como a Leite, tampoco a su jefe le da el cuero para reconstruir la totalidad del sistema, se conforma con que el Partido Colorado y el Gobierno sean lo mismo.

Si se lo deja avanzar con esta mala copia de populismo barato, mañana podrá descubrir que los locales de las seccionales son aptos para distribuir cemento de INC, caña de la ex APAL (Capasa), cabinas de Copaco, inclusive para que se dicten cursos de corte y confección, dactilografía, cocina, cotillón y otros (como antes) mediante convenio con el Servicio Nacional de Promoción Profesional.

Estoy seguro de que también estarán pensando destinar los predios de cuarteles y sus edificios para usos privados, como por ejemplo universidades de garajes que necesitan espacios, prácticas de tiro de particulares o prácticas de aspirantes a servir en empresas de seguridad, alquiler de tierras de las Fuerzas Armadas a sojeros o ganaderos, alquiler de maquinarias viales y aviones para fines productivos del sector privado. Aunque meterse con la gorra y la bota es un poco más complicado que usar las subseccionales.

El destino de las utilidades es cuestión de discutir, pero lo que no se discute es la doctrina: intentar revivir la tríada completa o por lo menos de dos de sus elementos. Para alguien que se cree el elegido del jefe y no se da cuenta de que no lo es, es urgente “ser innovador y moderno” y tratar de incorporar a su partido a ese concepto.

Siempre es así, para los gobernantes con ínfulas populistas no es suficiente mantener la clientela política sino ampliarla forzando también la afiliación a quienes vayan a trabajar en las estaciones de servicio de Gobierno-Partido Colorado-Fuerzas Vivas. Casi casi salió la tríada de antes, ¿verdad?

ebritez@abc.com.py

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