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Irán recibió en esta cumbre la presidencia rotativa del movimiento por los próximos tres años sin tenerlas todas a su favor. Este movimiento surgió después de la Segunda Guerra Mundial y ya en plena Guerra Fría entre Estados Unidos de América y la Unión Soviética, con la idea de ofrecer una tercera línea con naciones que no deseaban alinearse atrás ni de uno ni de otro. Con el hundimiento de la URSS el movimiento comenzó a perder fuelle ya que en realidad sus integrantes no tenían mucho en común más que el deseo de no ser de otro.
Esta cumbre convocada en Irán logró reunir 120 países que participaron a través de sus jefes de gobierno o jefes de Estado (30 de ellos) y los 90 restantes con ministros o enviados especiales. Ahmadineyad podía sentirse satisfecho si no fuera porque el presidente egipcio, Mohamed Morsi, elegido democráticamente en las primeras elecciones convocadas después del derrocamiento del dictador Mubarak, hizo un llamado en favor de Siria calificando de “régimen represor” al gobierno de El Asad. “Frenar el derramamiento de sangre en Siria es una responsabilidad de todos, y debemos saber que no puede ser detenido sin una injerencia efectiva de todos nosotros”. La guerra civil que se libra en Siria desde hace año y medio ha costado ya la vida a más de veinte mil sirios, la enorme mayoría de población civil que es bombardeada con artillería pesada, helicópteros y aviones del Ejército, en largas jornadas “de limpieza” según la terminología oficial, para acabar con los extremistas que “alteran la paz” de la nación.
Las palabras de Morsi cayeron mal; cayeron mal en la delegación siria que, después de la correspondiente pataleta, abandonó la Cumbre y mal para el país anfitrión pues Irán no solo es aliado de El Asad sino además le provee de armas y últimamente de combatientes, miembros de la Guardia Revolucionaria, ejército personal de Alí Jamenei y sus cercanos colaboradores, utilizada para reprimir a la población. Irán está decidido a poner todos los huevos en una canasta en favor de Siria ya que este país le sirve de nexo con el movimiento Hezbolá, de Líbano, que es su aliado.
Lo que Ahmadineyad consideraba un logro de su Movimiento de los Países No Alineados, la presencia del secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki-moon, terminó convirtiéndose en un “boomerang” que se volvió en su contra, cuando este pidió a Irán mayor transparencia en su programa atómico, su disgusto por la insistencia de la dirigencia iraní en negar el Holocausto, aunque no por ello dejó de lado a Benjamin Netanyahu, a quien pidió abandonara sus amenazas de bombardear las centrales nucleares de Irán.
Como sucede obligatoriamente en casos parecidos en nuestro país, un buen número de lectores estará preguntándose por qué debemos ocuparnos de problemas que suceden tan lejos, con gente que nada tiene que ver con nosotros y conflictos que no nos tocan, habiendo otros de mayor urgencia y vecindad en Paraguay. Irán, Estado teocrático, por lo tanto dictatorial, donde el jefe de Estado solo rinde cuentas de sus actos ante Alá, como parte de su política de expansión y manera de romper el anillo de aislamiento con el que le han cercado las naciones democráticas, modernas y más prósperas del mundo, ha mirado a Latinoamérica, concretamente Venezuela, cuyo presidente Hugo Chávez califica de “hermano” al presidente iraní. Ya tienen varios negocios en marcha al igual que con Ecuador, todo lo cual puede ponernos a todos al alcance de los misiles de largo alcance desarrollados por el Ejército iraní. Si esto no es motivo de preocupación, ¿de qué tendríamos que preocuparnos entonces?
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