Como los CDR cubanos

SALAMANCA (España). En mis años de colegio teníamos un profesor que cuando decíamos algún disparate nos fulminaba: “Señor fulano de tal, ha perdido usted una brillante oportunidad de callarse”. El reproche sigue manteniendo una curiosa actualidad. Por ejemplo, el vicecanciller Hugo Saguier, que interina la cartera en sustitución del titular Luis Castiglioni con permiso temporal e intentó justificar el nombramiento de seccionaleros en consulados en el extranjero, perdió una brillante oportunidad de quedarse callado.

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Ante la protesta del nombramiento de gente de las seccionales coloradas como cónsules en diferentes destinos, que declararon ellos mismos que no sabían lo que tiene que hacer un cónsul, Saguier Caballero se apresuró a puntualizar que la “designación de los mismos es algo que lastimosamente permite la ley”. Reafirmándose en su opinión subrayó que con estos nombramientos “no se viola la ley. Y por favor, que los del escalafón –y estoy yendo contra mi propia casa y sé que se van a molestar– no son todos monjitas descalzas. Están también defendiendo su postura, alegando grandes estudios, y hemos tenido grandes escándalos realizados por esas mismas personas que luego han acudido a la Justicia y han demandado por millones de dólares al Estado y han ganado”. Si el vice de nuestra diplomacia tiene este concepto de su propia gente, ¿qué esperanza podemos guardar los ciudadanos de a pie de nuestro cuerpo diplomático? 

También hubo tiempo para encontrar excusas que disculparan esta decisión. “Quisiera recordar que esto no es algo que surge en este Gobierno. Es algo que ha crecido en manera exponencial en los últimos tiempos al rango que hemos llegado a tener en Clorinda 30 personas, en Buenos Aires 40 personas, y así, cosas escandalosas. Hemos llegado a reducir estos números escandalosos”, refirió.

Lo lamentable es que cuando quienes vivimos en el extranjero y debemos recurrir a nuestro consulado, poco o nada nos importa que otros gobiernos hayan hecho lo mismo, si el fenómeno ha crecido de manera exponencial o si ha disminuido, o si nuestro Gobierno ha tenido que pagar compromisos políticos nombrando cónsules que ignoran cuáles son las obligaciones de su puesto. Lo que queremos es que nos atiendan de manera eficiente y puedan solucionarnos los problemas que llevamos.

Si vamos a ir a los orígenes del problema es la existencia de la seccional misma. Desde luego que el Partido Colorado no prescindirá nunca de ellas por el apoyo que proporcionan a los políticos, sin olvidar que los seccionaleros sienten ejercer el poder vicariamente. A poco de la caída la dictadura, un presidente de seccional de un pueblo vino a la capital para arreglar temas relacionados con el puesto que ocupaba. Y regresó indignado diciendo: “Adónde vamos a parar si un presidente de seccional no puede nombrar una directora de escuela o sacar a un preso de la cárcel”.

Esta reacción ilustra de manera suficiente que la seccional colorada no es otra cosa que una versión local de los famosos CDR que existen en Cuba y en Cataluña. En el primer caso significa: Comités de Defensa de la Revolución; en el segundo, Comités de Defensa de la República. El objetivo es el mismo: espiar a los ciudadanos y detectar aquellos posibles focos de disidencia con los intereses de la clase gobernante. Es por aquí donde se debe comenzar a sanear la administración pública y que el Gobierno entienda que si tiene compromisos políticos que pagar, pues que los abone con el dinero de la caja partidaria y no con lo que aportamos todos con nuestros impuestos. No necesitamos que nadie nos espíe y sí que tengamos personas dignas y eficientes que nos representen en el extranjero.

jesus.ruiznestosa@gmail.com

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