La inseguridad nos afecta a todos y la ola de delincuencia crece a diario, sin que existan indicios de solución. En las últimas semanas, la Policía Nacional registró 43 casos de asaltos realizados por motochorros, que son personas que van a bordo de una motocicleta con el objetivo de robar y asesinar. Los ciudadanos nos encontramos totalmente indefensos y la gente honesta que va a trabajar y a estudiar no sabe si va a regresar a su casa, sana y salva.
¿Cómo vamos a solucionar este problema? En primer lugar, tienen que funcionar los órganos del Estado, como la Policía y la Fiscalía. No puede ser que a los pocos días de ser atrapados los delincuentes (reconocidos por sus víctimas), ya sean liberados y estén de nuevo operando libremente en las calles. Algunos tienen prisión domiciliaria, pero no respetan las medidas restrictivas. Otros, al salir de las cárceles vuelven a lo mismo, porque no saben hacer otra cosa. La Justicia tiene que poner mano dura ante esta situación; de lo contrario seguiremos sufriendo las consecuencias.
También resulta muy positivo que los vecinos se agrupen para defenderse de los malvivientes. Hay que salir en las veredas a conversar y tomar tereré como lo hacíamos antes. Ahora, se levantan murallas altísimas y nadie sabe quién vive al lado. La gente ni se saluda, vivimos encerrados en nuestro egoísmo, sin importarnos lo que le pasa al prójimo; pero del tema de la delincuencia nadie se salva, por eso tenemos que recuperar la solidaridad y la fraternidad entre vecinos. Avisarnos cuando vemos algo sospechoso o escuchamos ruidos extraños.
Las casas de empeños tienen que ser controladas; así como los talleres desarmaderos, que abundan por todas partes. Para ello, la Policía tiene que hacer su trabajo como corresponde, aunque bien sabemos es una de las instituciones más desprestigiadas y que no goza de la confianza de la ciudadanía. Tanto el Código Penal como el de Procesal Penal fueron hechos por un alemán y no están adaptados a nuestra realidad social. Necesitan una urgente modificación. Cómo es que los parlamentarios son tan rápidos para otorgarse un tercer aguinaldo (que se evitó gracias a la presión ciudadana), o se reúnen para tratar la enmienda de la Constitución para una posible reelección presidencial, pero no son veloces para tratar asuntos sociales urgentes.
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Los tres poderes del Estado tienen que trabajar a favor de la ciudadanía y poner todos los conocimientos y las ideas, a través de sus organismos, para dar respuestas, sobre un tema tan sensible que nos toca a todos, como es la inseguridad.
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