Gladys Bareiro y Luis Benítez Riera habían asegurado a los senadores que al cabo de cinco años renunciarían al cargo de ministros para postularse de nuevo “porque así manda la Constitución”. Y ahora, “porque así manda la Constitución”, se declaran inamovibles.
¿Son inamovibles o no? Con el criterio de Bareiro y Benítez Riera, no son inamovibles sino luego de dos confirmaciones por parte del Senado. Así se explica que prometieran renunciar a los cinco años para volver a concursar. De no ser así, no tendrían que haber hecho la promesa. Sencillamente concursan, ganan, juran y punto, sin más límites que la edad o el juicio político. Ahora llegaron a los cinco años y advierten que la Constitución había sido que manda otra cosa. ¿Cómo? ¿Se postulan para ministros de la Corte y no sabían el mandato constitucional? Si sabían que eran inamovibles, ¿por qué mintieron al Senado? No es poca cosa mentir al semejante. Es suficiente motivo para llevar a los mentirosos a un juicio político. En un país que se precia, no es admisible jugar con las instituciones.
Para que este caso quede como ejemplo de la informalidad, el presidente de la Cámara de Diputados, Hugo Velázquez, salió a decir: “...los magistrados (Bareiro y Benítez Riera) tuvieron que hacer dicha promesa al Senado (la renuncia a los cinco años) ya que de lo contrario no serían incluidos en la terna”. (ABC del miércoles, Pág. 5).
Según Velázquez, vivimos en un país donde para ser nada menos que ministro de la Corte Suprema de Justicia hay que mentir. No importa que sea al mismísimo Senado, al país, a la opinión pública. La cosa es acceder al puesto que se desea.
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No hacía falta que el diputado Velázquez revelara el mecanismo para ser ministro de la Corte. Esta barbaridad saltó en el momento en que Bareiro y Benítez Riera “olvidaron” su promesa. Aquí está clarísimo que la intención era engañar al Senado, “ya que de lo contrario no serían incluidos en la terna”. Lo contrario era decir lo que ahora afirman: “Somos inamovibles”.
Pero hay más: ¿Los senadores sabían o no de la tal inamovilidad? Si estaban enterados, ¿por qué admitieron el engaño? ¿Sin esa mentira, como dice Velázquez, los ahora ministros Bareiro y Benítez Riera no habrían integrado la terna?
Lo preocupante de la revelación de Velázquez –“de lo contrario no serían incluidos en la terna”– no solo es la mentira de hace cinco años, sino la mentira que desde entonces se habría instalado en el más alto cargo judicial. Si se miente para acceder a la Corte Suprema de Justicia, es posible que se estaría mintiendo para permanecer en ella. Ya sería otro embuste, desde luego. Y he aquí el peligro: no sabemos su dimensión, frecuencia, gravedad, ramificaciones.
Pero el caso de la ministra Bareiro no termina aquí: En busca afanosa de la inamovilidad, saltó por encima de las normativas que rigen para el caso que ella había planteado. Ante la inhibición de los ministros, se conformó una sala constitucional de espaldas a la ley orgánica de la Corte y la Acordada 464 del 2007. Para tal efecto tenía que haber llevado a la primera sala, y si esta se negaba, a la segunda, y así sucesivamente. Pero no. El expediente quedó a cargo de tres camaristas elegidos a dedo: Juan Carlos Paredes, Carmelo Castiglioni, y la camarista ¡de la niñez! Fulvia Núñez. Si faltaba uno más, se habría acudido a la Cámara de la Construcción. Leemos en ABC Color: “En mediodía, la doctora Bareiro de Módica logró conformar la Sala Constitucional y también sacar la resolución por la cual se suspendieron los efectos de las leyes que establecen que debe estar cinco años en el cargo. Ese mismo día se ofició al Consejo de la Magistratura para no llamar a concurso”. Es decir, todo muy rápido, a las apuradas, la cuestión era que los camaristas firmasen la inamovilidad.
La Coordinadora de Abogados, presidida por la formidable Kattya González, denunció a los camaristas por prevaricato ante la Unidad Anticorrupción de la Fiscalía. Seguramente para nada, pero ya no hay que callarse.
Una celebrada pieza teatral del italiano Ugo Betti se titula “Corrupción en el Palacio de Justicia”.
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