Corruptos e inocentes

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SALAMANCA. Es una perogrullada decir que cada uno es responsable de sus actos, pero en ocasiones es necesario recordarlo. Como también que “los actos ilícitos o la deshonra de los imputados no afectan a sus parientes o allegados” tal como lo establece nuestra Constitución en su artículo 18. Es bueno recordarlo, sobre todo en los casos de corrupción que día a día se ponen al descubierto a un nivel y en tal cantidad que más que causarnos asombro, deberían avergonzarnos profundamente. Porque aquí, inocentes y culpables, todos tenemos nuestra cuota de participación.

Terminadas las elecciones municipales, como “abatí pororó” en sartén caliente comenzaron a saltar, no decenas, sino miles de casos de operadores políticos que figuran como empleados públicos en todas las oficinas del Gobierno, no importa que pertenezcan a la administración nacional o a la municipal. Además de operadores también hay otros que, por algún motivo o por otro, lograron figurar en alguna planilla de sueldos sin que sintieran el más pequeño pudor de por lo menos mostrar la cara un par de veces al mes en la oficina.

El caso más reciente –evito decir el “último caso” porque estoy seguro de que no va a serlo– es el de los hermanos del propio presidente del Senado, Mario (Marito) Abdo Benítez: Mayra Abdo y Luis María López, que han sido procesados penalmente “por cobro indebido de honorarios”. Inmediatamente el presidente del Senado expresó su pesar por el hecho, lamentó que miembros de su familia hubieran incurrido en este delito, afirmó que él no estaba al tanto de la situación irregular de ambos y que, en un intento de disculpa, dijo que ambos habían logrado esos “nombramientos” cuando él todavía ni siquiera ocupaba un cargo en el Senado. Como excusa podría sonar a buena, pero ¿qué se arregla con ello?

Líneas más arriba digo que en esto de la corrupción, tanto inocentes como culpables, todos tenemos nuestra cuota de participación. Parte del origen del problema es que la gente no encuentra que haya nada malo en conductas de esta naturaleza. Lo único que hay que procurar es que ello no se sepa. Y si se descubre, no importa mucho porque no existe conciencia de qué significa en realidad ser corrupto y qué significa ser honesto. El primero, es una persona sagaz que sabe aprovecharse de una situación que le es favorable. El segundo, es un pobre tonto que teniendo la oportunidad de salir de pobre no sabe aprovecharla.

En el caso de los hermanos de Abdo Benítez llama mucho más la atención porque ellos pertenecen a una familia adinerada, muy adinerada. No es una suposición. Es suficiente ver la casa que dejó el difunto Mario Abdo Benítez, el secretario privado de Stroessner, sobre la avenida Mariscal López a la altura de Herminio Maldonado si no me equivoco. ¿Estaban viviendo un momento de aguda necesidad económica para recurrir a este truco? ¿Les era imprescindible para poder vivir, comer y vestirse figurar falsamente como empleados públicos? ¿No tenían amistades que podían conseguirle un buen empleo en sus empresas para ayudarles a salir del atasco económico?

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Ya sé que son preguntas superfluas, pues de tan conocidas que son las respuestas, no hace falta ni siquiera plantearlas. El problema radica que es muy tentador seguir el camino más fácil porque eso que se llama ética, es una materia que está muy desvalorizada en nuestro medio; estoy seguro, incluso, de que muchos ni siquiera conocen su significado. Debido a ello no existe ningún tipo de sanción, ni jurídica ni social; nadie es capaz de levantar el dedo para señalar al corrupto, para rechazar la conducta corrupta porque “para qué te vas a complicar la vida si a nadie le importa” y seguimos compartiendo mesa y mantel con los ladrones de guante blanco. ¿Quién se acuerda de los “coquitos de oro”, de las “niñeras de oro”, de los “cuidadores de quintas y casas de fin de semana”, de las “secretarias vip”, y un largo etcétera?

¿Por dónde tenemos que empezar a limpiar la casa? Si tuviera la respuesta estaría aplicándola desde otro puesto. Lo único que sé es que mientras seamos condescendientes seguiremos siendo víctimas de la corrupción que llega a cobrarse vidas como los enfermos que no fueron auxiliados porque el avión no pudo descender, ya que en el sitio en el que tendría que haber habido una pista, solo había un gran charco de agua en medio de la maleza.

jesus.ruiznestosa@gmail.com