El motivo de la entrevista fue, en su parte esencial, el trabajo de reproducción de instrumentos musicales antiguos, tal como utilizaban los indígenas de las Reducciones Jesuíticas del Paraguay que abarcaba un amplio territorio que hoy se divide entre el sur de nuestro país, sur de Brasil, norte de Argentina, norte de Uruguay y sureste de Bolivia.
Como parte de sus investigaciones de la música en las Reducciones, Szarán tuvo acceso no solo a las partituras (unas cinco mil hojas) sino también a los antiguos instrumentos, o trozos de ellos, diseminados entre los pueblos reduccionales de la Chiquitania (Bolivia). También dio con planos y documentos que los describían, todo lo cual resultaría imprescindible cuando llegó el momento de reconstruirlos. Entre ellos, la famosa “tromba marina” que ya no existe ni se utiliza en ninguna orquesta; un instrumento de cuerda (porque tiene una sola) y que emite un sonido parecido al de la trompeta. Fue utilizado antiguamente en una época en que no estaba permitido el uso de instrumentos de viento en el interior de los templos.
“Lo que hacemos –dice Szarán en la misma entrevista– es revivir la memoria sonora buscando la mayor aproximación a los sonidos de esos tiempos y en ese ambiente. Es la música misional de las reducciones con violines, violoncellos y contrabajos que eran los instrumentos más usados. Es importante mencionar al luthier paraguayo Guillermo Benítez en esta tarea”.
La entrevista no solo nos pone en contacto con una labor de mucha significación dentro de nuestro mundo cultural, sino también nos enfrenta a un hecho lamentable: el silencio que se guarda en los libros de texto sobre episodios que son trascendentales de nuestra historia.
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La visión que se ofrece a los estudiantes es la fundación de la ciudad de Asunción en 1537 y luego un gran salto –salvo una somera alusión al movimiento comunero– a la independencia en 1811, vale decir, un hueco de unos 274 años. ¿Es que no ha pasado nada importante a lo largo de todo ese tiempo?
La experiencia de las Reducciones se extendió casi por doscientos años y ha sido motivo de estudio por lo que significaron en el campo religioso, político, económico, social y cultural. Estoy seguro que nuestros jóvenes (y también viejos) ignoran completamente el tema y desconocen su alcance. Lo mismo puede decirse de la Guerra de los Guaraníes (1754-1756) en la que los ejércitos portugueses se enfrentaron a los indígenas dejando en el campo más de treinta mil muertos.
Es impostergable que nuestros profesores de historia, de música, de arquitectura, de artes visuales se sobrepongan a su desidia, que se pongan las pilas y si el Ministerio de Educación no dice nada al respecto, también víctima de la molicie de sus funcionarios, investiguen por su propia cuenta para cubrir esos enormes agujeros negros de nuestro pasado.
jesus.ruiznestosa@gmail.com