Crecer desde el dolor

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En estos tiempos se habla mucho de resiliencia, una palabra que se ha puesto de moda. El vocablo resulta grato al oído, pero lo realmente maravilloso es su significado, que en esencia quiere decir la capacidad que poseemos todos los seres humanos de reponernos de las dificultades y seguir adelante. La mitología se refiere al ave fénix y nosotros también podemos resurgir de las cenizas. Solo depende de nuestra determinación y fuerza interior.

En la cultura japonesa se conoce el kinsutgi, una técnica para unir pedazos de algún objeto roto. Cuentan que a un emperador se le hizo añicos un jarrón valioso que tenía además mucha historia. Él lo recogió y envió a unos artesanos para que lo arreglara. Estos realizaron el trabajo con paciencia y delicadeza, barnizando la parte destrozada con polvos de oro y el resultado fue perfecto.

Algo parecido sucede con las personas, que pierden su trabajo, se divorcian o se enfrentan con la muerte de un ser querido. Ni qué decir de aquellos que sufren accidentes y se quedan mutilados o en sillas de ruedas. Cuantos casos conocemos de seres que sufrieron tragedias como aquellos que estuvieron el 1 de agosto en el Ycuá Bolaños y salieron vivos pero con secuelas o sus familiares murieron ante sus ojos.

Cuando hablan de resiliencia, podemos recordar al gran músico José Asunción Flores, creador de la guarania. Hijo de una lavandera, madre soltera que vivía en la Chacarita. Podría haber sido un niño de la calle, pero lo llevaron a la Banda de Policía, donde descubrieron su enorme talento y gracias a eso, hoy el mundo entero disfruta de sus geniales creaciones.

Quizás hayan sido los japoneses los que dieron el ejemplo después de las bombas lanzadas contra Hiroshima y Nagasaki. Se propusieron después del dolor, trabajar en pos de la paz, ayudando a los países más pobres del mundo. Y fueron adelante. Después siguieron sufriendo desastres de diversas formas y los superaron con entereza.

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Las crisis económicas sirven igualmente para encontrar soluciones, con creatividad e inteligencia. Las guerras que sufrieron muchos países, inclusive Paraguay, sirven como ejemplo, Imaginemos el escenario, al finalizar la guerra de la Triple Alianza, sobre todo. Nuestro país en ruinas y con los ejércitos de ocupación en las ciudades, asaltando y violando a las mujeres. Sin dudas, esta parte de nuestra triste historia nos habla a las claras, que somos un pueblo resiliente.

Los medios que fueron cerrados en tiempos de la dictadura y luego del golpe, recomenzaron con más fortaleza y esperanzas, que nunca. Y aquellas víctimas que sobrevivieron milagrosamente en las cárceles, el destierro y a las persecuciones del tiranosaurio. En algún momento todos nos convertimos en resilientes.

Los psicólogos trabajan mucho para recuperar a las personas. Sobre todo en el aspecto emocional y en las conductas. Sostienen, que por más grande que sea el problema, podemos recurrir a nuestro inmenso poder de curarnos y reconstruir nuestra vida por el cauce correcto. Si sufrimos una pérdida afectiva, laboral, financiera o de otra índole, recurriendo al coraje, la fortaleza espiritual y autoestima, podemos salvar la situación y atravesar la crisis. Como el ave fénix, sacudirnos de las cenizas y emprender el vuelo hacia las alturas, sin mirar el pasado y más renovados que nunca. Esa es la resiliencia, que con baños de oro, cicatrizan las heridas y hace tan rica y valiosa nuestra historia de vida.

blila.gayoso@hotmail.com