Cruzado

Siempre se pusieron de acuerdo para rechazar la votación directa a los candidatos porque con las listas sábana cubren muy bien, entre ellos, sus verdaderas fachadas, casi siempre muy deterioradas como para recibir el favor de los votos ciudadanos. En esta oportunidad, el atajo para burlar parcialmente el cerrojo de las listas sábana es el voto cruzado. 

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Miles de ciudadanos votaremos hoy a personas que tal vez no conocemos ni siquiera por referencia, que estarán ocultas detrás de la cara conocida de quienes encabezan las listas de candidatos a cargos plurinominales, es decir, para senadores, diputados, parlasurianos y juntas departamentales. Caras conocidas, potables o más o menos limpias, o rostros de los más “populares” que a pesar de tener cara sucia, son los más aceptables que se tienen para cubrir a los impresentables que siguen en las listas. 

Votar de punta a punta significa votar a color, a partido; sin embargo, votar cruzado significa actuar con mayor libertad que en la anterior opción, ya que votar con libertad significa, según nuestra actual Constitución, votar directamente sin intermediarios, y no como se hace actualmente, tanto en los partidos grandes como en los pequeños. 

Las cúpulas de los movimientos y partidos, algunos de los cuales tienen dueños en vez de líderes momentáneos, son las que colocan los nombres de candidatos en un orden de acuerdo a sus criterios particulares, que pueden ser de tipo financiero, de amistad o parentesco. Esto hace que muchas veces los candidatos a quienes queremos votar se encuentren tan lejos de las posibilidades por la ubicación en las listas que le asignaron los dueños o caciques de turno. 

Esto acabará el día que terminemos con las listas sábana, pero por el momento hoy se vota con esas listas y la única forma de eludir la consigna partidocrática de votar de punta a punta es votando a quienes reúnan nuestras condiciones, sin importar en qué listas se encuentren los candidatos, una decisión absolutamente legítima y legal, pero por sobre todo libre y consciente. 

El voto de punta a punta que esperan casi todos es el voto-disciplina, el voto de la orden superior de obedecer el interés de un grupo de poder para tratar de mantenerse en él o construir una mayoría sin nada o poco de pluralidad. En el momento actual, desoír la orden de votar de punta a punta tiene un efecto punitivo de la ciudadanía sobre quienes tuvieron la oportunidad de demostrar su calidad representativa pero no lo hicieron. En cambio, demostraron capacidad para violar la Constitución, ejercer la corrupción y el tráfico de influencias, entre otras cosas. 

No votar de punta a punta es la primera escena de un merecido castigo que sigue con la opción de buscar líbremente en otras listas a quienes votar. Castigo ciudadano ante la falta de justicia ordinaria, ante la cobardía de fiscales, jueces y ministros de la Corte y de la Justicia Electoral de velar por el cumplimiento de la ley y de la vigencia del Estado de derecho. Cobardía cívica a ser reemplazada por el coraje ciudadano de votar cruzado con sentido punitivo. 

No hay ni habrá otra oportunidad de sancionar a los representantes que han fracasado en su misión que no sea en esta elección. Elegir implica también sancionar con el voto a los corruptos, violadores de la Constitución y a los que se anotaron para ser reelectos, o elegidos sin reunir los méritos necesarios. 

La indignación ciudadana debe caer hoy como un látigo de furia sobre ellos y que sea una lección a los que consideran la política como una fuente de enriquecimiento fácil y como herramienta para destruir la institucionalidad con sus repudiables actos impunes.

ebritez@abc.com.py

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