¿Cuál es la solución?

A estas alturas nuestro sistema educativo tiene tantos y profundos problemas que es demasiado difícil encontrarles solución a todos. No solo porque son muchos y graves, sino porque se miran con ojos exclusivamente analíticos e inmediatistas, ignorando el pensamiento sistémico y que la educación es parte de un sistema político embarrado en la corrupción y sumergido en la mediocridad.

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Para encontrar soluciones o la solución es necesario identificar sus problemas con un diagnóstico integral que descubra no solo los síntomas de los problemas sino su naturaleza, causas y tipología. El diagnóstico necesita la referencia de ciertos parámetros, porque la problemática está relacionada con la medida de lo que se quiere. Si no nos proponemos que todos los estudiantes terminen hablando y escribiendo muy bien el guaraní, el castellano y el inglés, no habrá ningún problema en que no dominen bien ninguna de las tres lenguas. Actualmente hacer el diagnóstico de lo que pasa en educación requiere conocer muy bien lo que hoy es necesario y exigible en educación en un mundo aceleradamente cambiante en sociedades del conocimiento y usando tecnologías actualizadas e inteligencia artificial. La opinión de “la gente” es importante, pero es radicalmente insuficiente. En educación, hoy no se puede planificar para el presente sin incluir el futuro, porque el futuro ya nos ha alcanzado.

Entre muchos problemas, los tenemos terminales y radicales. Los problemas terminales suelen ser cuantitativos y materiales, por ejemplo si no llegan los kits o el alimento a las escuelas y a sus alumnos. Los problemas radicales son problemas fecundos que generan además otros problemas; por ejemplo, poner al frente de cargos y responsabilidades a personas incompetentes y por motivos prebendarios de color político con poder de presión e influencias.

Es un problema raíz y desgraciadamente persistente desde que se inició la deseada democracia, el que los sucesivos gobernantes vengan cambiando ministros de educación con plazo de permanencia en el cargo de poco más de un año de media. Desde que cayó Stroessner hace 30 años, la media de tiempo en el cargo de cada ministro ha sido de un año y dos meses. Es IMPOSIBLE que en ese período tan breve exista ministro que pueda hacer algo en un ministerio con más de 80.000 funcionarios y miles de instituciones. En 2018 hemos tenido tres ministros. Peor aún si el ministro elegido no es profesional de educación. Más grave todavía si este, para cargos claves, se rodea de otros que tampoco son profesionales del ramo. Cuando se empieza a enterar de lo que le han confiado, ya lo están sacando del ministerio.

Hay problemas radicales que se producen contra la educación, pero fuera del sistema educativo. Un caso muy lamentable se ha producido en este gobierno, siendo ya ministro el Sr. Eduardo Petta, quien no parece haber objetado ni dado importancia a la decisión del ministro de Relaciones Exteriores, quienes en octubre pasado cerraron la Misión de Paraguay en la UNESCO. No solo se cerró la Misión, se disolvió el equipo que la trabajaba, sino que todo lo que había en su local, incluidas las computadoras y archivos se sepultaron en el sótano de la embajada de Paraguay en París y nadie mantiene en París la relación con la UNESCO y secundando la orden del embajador en Francia, el viceministro de Relaciones Exteriores confirmó que el cierre era definitivo y no se podría continuar de ninguna manera con los trabajos no acabados que llevaba hasta entonces el equipo de la Misión. Independientemente del grave daño que se nos sigue provocando a los paraguayos con el cierre de la Misión, el modo de proceder y la situación en que quedamos es un evidente indicador del menosprecio que el Gobierno tiene por la educación, aunque otro sea el discurso.

Otro problema radical de nuestro sistema educativo es el uso que hacen no pocos políticos que persisten con sus presiones en usar el MEC para emplear a sus gestores políticos, familiares y votantes, no buscando el mejor servicio a los niños y jóvenes con la mejor educación, sino para pagar favores políticos personales.

Un diagnóstico integral es complejo pero posible y necesario. Requiere sentido de Patria y verdadera voluntad política.

jmonterotirado@gmail.com

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