Curación colectiva

“Primero que se cure ella misma”, comentaba uno de los lectores que escribieron sobre el caso de la doctora que discutió con una señora mayor y el video corrió por las redes condenando la conducta de la profesional.

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Pero la parte más amarga de esto, más allá de lo particular es que en realidad es un espejo de nuestra sociedad. Ciertamente, el maltrato es una enfermedad que nos toca muy de cerca, solo que la criticamos cuando la recibimos pero no cuando la ejercemos. Quién no pierde la cabeza y se va de boca en la calle o puertas adentro, es normal, pero el problema viene cuando somos incapaces de crecer. Porque se puede decir todo lo que uno quiera, pero con altura o respetando el nivel de nuestro “oponente”.

No solo médicos caen en la desubicación, tantos profesionales lo hacen; es verdad que los títulos académicos no son garantía de saber tratar a la gente.

¿Cuáles son estos valores indispensables para que la sociedad funcione armónicamente? Pues cosas sencillas, a veces bellas, como la cortesía, la amabilidad, el saber medir nuestro nivel cultural para con el otro; es decir, si tuvimos mejores oportunidades de instrucción y educación, nos corresponde a nosotros aplicar estrategias de comunicación humana eficaz. El error principal de la joven doctora fue haberse pavoneado de un título ante una señora no solo de extracción humilde sino mayor que ella. Como consecuencia consiguió ser escrachada y, además, que un periodista publicara su mediocre promedio académico.

Pero continuando con nuestra sociedad, si vamos a ser sinceros, los valores de la civilidad no forman parte de nuestro pan común. La mayoría no logramos resolver situaciones críticas; es más, nuestra ciudad capital no es amable, lo podemos ver en las tortuosas veredas y plazas destrozadas, en los edificios que se caen, en los animales vagabundos, en la contaminación sin ningún control, en el hacinamiento. Cuesta ser mejores en este contexto.

El buen trato se crea y se multiplica, por eso al salir a otros países, nos maravillamos, aún donde las sociedades no precisamente son miss simpatía pero brindan el justo trato cordial en las relaciones cotidianas. Y por eso también encontrar una persona cortés nos enamora. Fíjense que el 90% de los problemas que surgen entre los vecinos, compañeros de trabajo o entorno familiar se solucionan y previenen más con una solución amigable que apelando a la policía. No obstante, de hecho, las leyes y normas deben aplicarse con sentido de formación, no de castigo ni venganza.

Si queremos un mundo mejor, no nos queda más que tratarnos bien. El modo, el tono y la riqueza de vocabulario son un regalo que no siempre recibimos, pero si lo poseemos podemos transmitirlo a cualquier otro ciudadano a través de la vivencia.

Personalmente, como jefe, hubiera sido partidaria de señalarle sin pelos en la lengua su exabrupto y equivocación a la joven doctora y darle otra oportunidad. Después de todo a todos nos puede pasar (y hoy día, ser filmados). Si no cumplía, rescindir de sus servicios.

Que nos sirva el caso como evaluación personal.

lperalta@abc.com.py

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