Descabellado, pero no imposible

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La administración encabezada por Horacio Cartes recibió un “presente griego” por su tercer aniversario: las encuestas que exhibieron una contundente percepción negativa sobre su gestión por parte de la ciudadanía.

Como respuesta inmediata, los miembros más audaces del Gabinete, lanzaron en actos públicos la idea de una presunta “necesidad” de la reelección del Presidente para continuar “sus obras”.

Esta semana, gobernadores, intendentes y seccionaleros colorados desfilaron por el local partidario pidiendo apurar los trámites y que el partido respalde sin ambages el proyecto reeleccionario.

Para un observador imparcial, estos dos hechos, las encuestas y la campaña por la reelección, que iniciaron referentes del cartismo, son incongruentes. Pero la lógica de la comunicación política es que con un tema se tapa otro. Y si ambos se contradicen, mejor.

El oficialismo pretendía resolver la cuestión de la sucesión presidencial (para cuya definición falta demasiado poco tiempo) sin mucha exposición pública y que al menos hasta fin de este año se publicitara la figura del Presidente inaugurando algunas obras que, al fin y a esta altura, se comenzaban a ver.

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La instalación en la opinión pública de la gran falta de respaldo al Mandatario obligó al oficialismo a cambiar de planes y salir a contrarrestar esta imagen.

La duplicación de la deuda pública en este gobierno hace imposible que no se tengan algunos resultados tangibles. Sin embargo, los mismos dirigentes colorados señalan que la magnitud del endeudamiento no está en consonancia con las obras que se ven hasta ahora.

A falta de otra cosa, la gran obra emblemática que exhiben los voceros de este gobierno son las viviendas populares. Señalan que, en estos tres años, se han entregado 10.000 casas, una cifra que supera a la de tres administraciones precedentes, dicen.

El problema es que, según un cálculo del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) de julio 2015, el déficit habitacional de ese año llegaba a 1.300.000 viviendas, cifra que incluye a quienes no tienen ninguna vivienda y a quienes la tienen en forma precaria. El déficit real de familias sin casa, según la Senavitat, sería actualmente de 250.000

Una cuestión significativa es la del impacto de la edificación de estas viviendas en la economía. La crítica de gente ligada al rubro de la construcción es que la gran mayoría de las casas son prefabricadas y no conllevan utilización de materia prima local ni un empleo significativo de mano de obra.

Otra cuestión contradictoria son las declaraciones del ministro de Salud Tony Barrios diciendo que este gobierno compró medicamentos “a cacharrata” y las interminables quejas de las personas que concurren a hospitales públicos y claman que no hay insumos ni medicinas. La única posibilidad es que estén guardando todo para repartirlo en las semanas preelectorales, cosa que no es del todo descartable.

En materia de educación pública, la noticia recurrente es la caída semanal del techo (cuando no de toda la estructura) de una escuela en algún lugar del país.

Con este panorama, puede parecer incoherente que en el Gobierno se hable de la reelección del Presidente.

Sin embargo, Cartes se ha encargado en estos tres años de minimizar o desmantelar a la clase política, en especial de su partido, y le ha restado mucha de sus fuentes de financiamiento.

El paso siguiente sería esto que está haciendo. Logra instalarse como la única opción real y posible, y arrastrar a su partido al proyecto de reelección. Eso implicaría una gran e interesante disputa electoral con Nicanor Duarte Frutos y con Fernando Lugo.

Puede parecer un escenario descabellado, pero las circunstancias impensadas y descabelladas son una suerte de sello de identidad de la política vernácula.

mcaceres@abc.com.py