Descontrol de la efectividad

En las últimas décadas del siglo pasado y en las dos del presente se viene constatando un creciente descontrol de la energía afectiva y sus diversas formas de manifestarse en la vida intrapersonal, interpersonal, social, religiosa y política.

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Parece que el caudal de los ríos afectivos ha crecido desmesuradamentemente, mientras sus cauces han quedado anquilosados y demasiado estrechos, consecuentemente los desbordes e inundaciones arrasan cuanto encuentran en su camino; la violencia de sus aguas torrenciales destruye sin piedad.

Es cierto que en los últimos tiempos manejamos mucha más información que en épocas anteriores, en las que había menos violencia y menos difusión de la misma. Ahora tenemos más medios de comunicación e informativos, que priorizan estas noticias cruentas para conquistar lectores. Parece que actualmente es más rentable comercialmente publicar noticias dramáticas de crímenes y crueldades. Por los mismos motivos también el cine ha sido invadido por las películas violentas y de terror, con lo cual puede confirmarse que a nuestras sociedades les gusta la violencia y el sufrimiento humano como espectáculo.

Estos hechos avalan la hipótesis del crecimiento de la patología generalizada de la afectividad. Las noticias de las bondades y comportamientos ejemplares prácticamente no tienen espacio en los medios de comunicación. Hay mucho más interés y alimentan más la curiosidad los comportamientos escandalosos y crueles.

Es desafiante y muy significativo lo que acaba de denunciar el Premio Nobel de Literatura del año 2003, John Maxwell Coetzee, sudafricano de Ciudad del Cabo, en una entrevista concedida al periodista Manuel Lorente, del diario “El Mundo” (Madrid), publicada el pasado día 30 de Septiembre. Con motivo de la publicación de su ultimo libro “Siete cuentos morales”, Lorente le hace varias preguntas a Coetzee y en primer lugar por qué puso ese título a su libro. Las respuestas son largas, pero pueden quedar sintetizadas en el título periodístico de la entrevista “El mundo es un lugar de horror inimaginable”. Hay noticias horrorosas que nos sorprenden porque efectivamente no podíamos, no podemos imaginarlas, Diez países han detonado con éxito armas nucleares y en la OTAN hay cinco países comprometidos en su Compartición muclear. Es decir en un conflicto nuclear el planeta entero puede quedar hecho añicos y, por supuesto, el sufrimiento humano tan infernal como inimaginable. Pero si esta presunta carrera preventiva de defensa de algunas naciones nos pareciera una posibilidad inverosímil de Guerra atómica real, el solo hecho de haberla pensado y de haberse equipado para ella está revelando una locura y desequilibrio radical de la afectividad humana.

Bajando a lo cotidiano es inimaginable y horroroso que una madre mate a su propia hija de cuatro años o que un marido degüelle a su mujer y asesine a sus dos hijas jóvenes acuchillándolas y que otros muchos violen a niñas y niños o que motochorros asesinen a universitarias para robarles el celular. Todo es de locura, desgraciadamente ya no inimaginable, porque se ha convertido en información diaria.

El descontrol de la afectividad descubre mil formas de destrucción y se ha convertido en un mercado suculento para quienes inescupulosamente explotan la debilidad afectiva facilitando el abuso del alcohol, incluso a menores, promoviendo la producción, venta y consumo de otras drogas que poco a poco destruyen el sistema nervioso y el cerebro de niños, adolescentes y jóvenes.

El descontrol afectivo se manifiesta en la violencia doméstica, en infinidad de formas de agresión física, verbal, gestual. Las dificultades para el diálogo, la falta de tolerancia, los conflictos matrimoniales, las crisis profundas y coyunturales de familia, etc... están revelando en su frecuencia el descontrol e inmadurez generalizados de la afectividad.

La vida familiar, la vida social, la vida política, la vida profesional y laboral son imposibles sin control de la afectividad. El estado actual de descontrol de la afectividad está denunciando directamente el fracaso de la educación y desarrollo de la afectividad en la familia y en las instituciones educativas.

En un mundo con “horror inimaginable” es muy urgente revisar qué hacemos por y en la educación de la afectividad, Las asociaciones de padres de escuelas y colegios, los movimientos familiares deberían aprovechar la oportunidad que abrió el MEC para proponer que se explicite profesional y curricularmente la educación de la afectividad.

jmonterotirado@gmail.com

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