Desde nuestro lugar

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Dice una publicidad política que el lugar de la mujer es la política. No queda claro si esta afirmación, que boga por la representación feminista dentro del poder estatal, alude a que las mujeres no deben estar en el hogar y sí en la política o si deben hacer ambas cosas, o si una desmerita a la otra. De cualquier manera, siempre es bueno recordar lo sabido: la mujer siempre ha hecho política socioeconómica desde su familia, siendo administradora, sostén sentimental, equilibrio y unión de su hogar. Asumiendo sus deberes como esposa y madre, absolutamente todas, desde la sacrificada ama de casa hasta la universitaria. El lema bien específico de política femenina sería entonces: El lugar de algunas mujeres puede ser también la política; suena más real, aunque lo será mayormente desde un partido. Por su parte, la labor grandiosa que hacen otras, como dije desde su casa y sin saberlo o desde organizaciones solidarias no se publicita, como si no tuviera que ver con los cambios sociales.

La campaña internacional por la mujer que milita en grupos ideológicos o partidos políticos tiene por objeto impulsar su participación de las decisiones a nivel país, con base en que lograrán justicia a favor de todas las mujeres, sosteniendo que merecen no solo formar parte del gobierno de turno sino tener asegurada la paridad. Sin embargo, es sencillo deducir que esta paridad (misma cantidad de hombres y mujeres) debe darse dentro de cada partido, por capacidad, y luego ponerse a disposición de la ciudadanía como candidata.

Lamentablemente tenemos experiencias de mujeres dentro de la política. Cuántas incapaces se llevan la gran vida beneficiadas por listas sábanas; igual que ellos, no tienen vocación de servicio, ni formación política, entran en la rosca y sus convicciones y promesas desaparecen apenas asumen, no así sus jugosos sueldos, viajes y contactos.

Tal como en la guerra más injusta, en la política mal encaminada, el hombre y la mujer tienen los mismos defectos y tentaciones, así que ser mujer no garantiza honestidad. De hecho, la maternidad ha sido puesta en la picota por la ideología de género, con sus defensas acérrimas del aborto y la opción sexual. Cada vez más fechas y marchas que invocan y convocan a todas durante todo el año, pero no identifican a la mayoría.

Las próximas elecciones generales son una nueva oportunidad de votar por los males menores hasta ir, en próximas participaciones, depurando el parasitismo, nepotismo, amiguismo, clientelismo político y tantos otros ismos de la corrupción.

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Y sea o no tiempo proselitista, la mujer madre tiene un rol fundamental criando a sus hijos como buenas personas y ciudadanos comprometidos con el bien común. Algunos de los valores transmitidos por la mamá son: el lenguaje (con mamá se habla más), la gratitud (nos enseña a dar las gracias), la empatía y la solidaridad (compadece y ayuda a los necesitados), la honestidad (nos hace devolver lo que no es nuestro) y el resolver los problemas del día a día.

El lugar de las mujeres entonces es donde aporten sabiduría y sensibilidad, casa, escuela, oficina, instituciones. Si eligiera la carrera política, muy bien, después de todo “los asuntos de la política son demasiado serios para que se los dejemos a los políticos” (Hanna Arendt).

lperalta@abc.com.py