Pablo Milanés fue quien en 1972, juntamente con Silvio Rodríguez y Noel Nicola, creó la llamada “Nueva Trova Cubana”, un camino abierto por el que le iban a seguir cantautores de todo el continente, además de convertirse en paradigma de la canción de protesta. Composiciones suyas como “Yolanda”, “El breve espacio en que tu no estás”, “Para vivir”, “Cuánto gané, cuánto perdí” no solo conocieron una difusión extraordinaria, sino que intérpretes del resto del continente las sumaron a sus repertorios.
Para Pablo Milanés (Bayamo, Cuba, 1943), las cosas no fueron muy fáciles. Tenía 15 años cuando Fidel Castro entró en La Habana, en enero de 1959. Creyó que las propuestas que traían los revolucionarios eran las necesarias para ser aplicadas en Cuba y en otros países americanos. La realidad le mostró otra cara. En 1965, apenas cinco años después, fue apresado y destinado a los campos de la UMAP, siglas de las Unidades Militares de Ayuda a la Producción y que en realidad ocultaban su verdadero carácter: se trataba de campos de trabajo forzado a los que eran destinados todos aquellos que se consideraban elementos peligrosos para la Revolución: religiosos, homosexuales, intelectuales que no se avenían a los principios del castrismo, artistas, etcétera. Estos campos fueron llamados más tarde por el propio Milanés “campos de concentración estalinistas”.
La pregunta que le realizó el periodista de “El País”, Mauricio Vicent (antiguo corresponsal de este periódico en Cuba y expulsado por el Gobierno disgustado por sus comentarios), le causó extrañeza al artista ya que nunca le preguntan sobre el tema. En Cuba nadie se atreve a hacerlo. Afuera, parecen olvidar aquel episodio de su vida. “Allí estuvimos, entre 1965 y 1967, más de 40.000 personas en campos de concentración aislados en la provincia de Camagüey, con trabajos forzados desde las cinco de la mañana hasta el anochecer, sin ninguna justificación ni explicaciones ni mucho menos el pedido de perdón que estoy esperando que pida el Gobierno cubano”. Se escapó, fue a La Habana para protestar, lo apresaron de nuevo y lo enviaron de castigo a otro campo “peor que los de la UMAP” donde estuvo hasta que fueron disueltos ante la presión internacional.
El periodista le pregunta si está arrepentido de haber apoyado la Revolución y Milanés responde: “Arrepentido no es precisamente la palabra. Estoy más bien, y creo que los que piensan como yo también, defraudado por unos dirigentes que prometieron un mañana mejor, con felicidad, con libertades y con una prosperidad que nunca llegó en cincuenta años”.
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Refiriéndose a sus canciones y la presencia permanente de la isla en ellas dice: “Por mucha universalidad que tengan mis canciones es raro que no incluya a Cuba, y naturalmente Cuba está ahí y forma parte del fracaso del socialismo real” del que habla en muchas de sus letras. Se muestra luego escéptico sobre la apertura que ha mostrado el régimen de Raúl Castro: “Siempre he dicho que esas aparentes aperturas han sido un simple maquillaje. Hay que ir al fondo, al pueblo de a pie para ver que nada ha cambiado”.
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