Días fastos

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Al tres febrero, día del Patrón Señor San Blas, le despojaron de su condición de feriado nacional, que siempre fue. Porque esta fiesta, según las crónicas, es la más antigua del país. Se tienen noticias ciertas de que ya se la celebraba en los primeros días de la Colonia en el lugar que hoy conocemos como “Chacarita alta”.

Esta conmemoración es el equivalente masculino del 8 de diciembre, día de la Virgen de Caacupé, también patrona nacional. En este caso, pues, quedó firme la Patrona pero el Patrón fue destituido. De más está decir que esto hizo trizas la equidad de género; aun así, ninguna dirigente feminista tomó nota del hecho ni se quejó formalmente, hasta ahora.

No menos significativa es esta fecha si la asociamos al derrocamiento de Alfredo Stroessner, hecho singular que, como la independencia nacional, comenzó en la víspera y culminó en la madrugada siguiente. El insigne y recordado docente y pensador católico Adriano Irala Burgos acuñó entonces una metáfora feliz para eternizar el acontecimiento histórico: “la noche de La Candelaria y el amanecer de San Blas”, respetando puntillosamente –ahora sí– la equidad aludida anteriormente.

Mas, así como se pasa de largo aquella evocación religiosa, tampoco se celebra esta gran fecha profana con la diligencia y la solicitud que merece. En tiempos de Stroessner, la actitud ante la memoria heroica era del todo diferente; entonces sí se recordaba, se exaltaba, se reataba una y otra vez el hilo de la historia en una urdimbre interminable. Veamos.

Si recuerdo bien, el 26 de febrero (1949) era del glorioso retorno del exilio de Stroessner, coincidente con el recuerdo del fallecimiento del centauro de Ybycuí, un acaso astral, quizás estrella de Belén anunciadora del mesías. El 4 de mayo (1954) había petardeo y salutaciones por el providencial ascenso de Stroessner al control del destino de glorias. El 15 de agosto (1954) se conmemoraba el inicio de la Segunda Reconstrucción. El 29 de setiembre (1932), el bautismo de fuego del rubio cadete, en la batalla de Boquerón. El 13 de octubre (1951), el advenimiento al cargo de comandante en jefe de las Fuerzas Armadas de la Nación (con 38 años de edad, el más joven de América y del Paraguay, después del Mariscal López, que lo consiguió a los 18).

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El 3 de noviembre (1912): el real onomástico, fecha feliz, celebrada con besamanos, sarao nocturno, ambigú surtido y ejecución de polcas alusivas, como aquella de alegre compás, de Samuel Aguayo, que comenzaba con el verso “General Stroessner ndéko artillero, corazón de acero de mi Paraguay”, repetida por los músicos cuantas veces fueran solicitadas. Finalmente, el primero de enero también se tenía por fiesta particular del General. Desde la madrugada, luego de la festiva vigilia de embuches, brindis y bailes, largas columnas de subalternos leales (incluidos diplomáticos) debían acudir de madrugada a desfilar por Mburuvicha Róga, a desear al noble jefe buen año y larga vida.

Este era el almanaque stronista. En las sesiones de los días cercanos a estos días fastos, los legisladores y concejales oficialistas se manoteaban el micrófono para proclamar su admiración, bien nutrida en adjetivos laudatorios dedicados al reconstructor. Los funcionarios públicos solían tener medio feriado, que a menudo se convertía en feriado completo. ¡Eso era vivir!

Todos los meses del año contenían al menos un día feliz; menos julio, maldecido por los dioses olímpicos. Luego vino la hecatombe; el general Rodríguez se enseñoreó de la corona y del calendario, extirpando unos cuantos feriados tradicionales. Así se borraron, segados por la afilada hoz del nuevo régimen, el 3 de febrero, el 15 de mayo, el Corpus Christi, el 22 de setiembre (Curupayty) y el 12 de octubre. Se conservaron el 12 de junio y el 29 de setiembre, contra viento y marea, mediante la súplica castrense. El General Rodríguez argumentaba que había que trabajar más. Los empresarios decían que había que pagar menos salarios y jornales extraordinarios. Dos voluntades patrióticas aunadas en una misma determinación.

¡Qué lindo feriado era el tres de febrero! ¡Cuando éramos felices y no lo sabíamos!

glaterza@abc.com.py