¿Docentes o educadores?

La Constitución Nacional, la Ley General de Educación (1264/98), el nombre del Ministerio de Educación y Ciencias, la Declaración Universal de los Derechos Humanos, la Declaración de los Derechos del niño… evidencian que el compromiso del Estado, de los Municipios y por supuesto de las familias, es el compromiso de la EDUCACIÓN, no solamente el de la ENSEÑANZA. Sin embargo los profesionales (maestros y profesores) que tienen la responsabilidad inmediata de educar a los educandos, se llaman a sí mismos “docentes” y no educadores, también el mismo Ministerio y consecuentemente los medios de comunicación y la ciudadanía le llaman igualmente docentes.

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¿Por qué se llaman docentes y no educadores profesionales? ¿Es lo mismo ser docente que ser educador? 

La pedagogía, como la principal entre las Ciencias de la Educación, exige que para ser profesor y maestro educadores, el profesional debe tener educatividad y el educando educabilidad; no es suficiente que uno tenga didáctica y el otro capacidad de aprendizaje, sencillamente porque la educación es mucho más que la enseñanza. La enseñanza es solamente una estrategia de la educación. Enseñar es muy útil y necesario para educar, pero se puede enseñar y el enseñado aprender, sin que se dé el proceso y los resultados de la educación. Me pueden enseñar a conducir un coche e incluso enseñarme las reglas de tráfico, pero si no me dan “educación vial”, que me ayude a comprender mis responsabilidades como conductor y como ciudadano, si no asumo los valores cívicos, etc… la enseñanza recibida será insuficiente y hasta por insuficiente puede ser potencialmente peligrosa.

Analizando nuestro sistema educativo es fácil descubrir que, entre otras deficiencias graves está que se maneja con confusión de conceptos.

Docente significa el que enseña. La palabra docente viene del verbo latino “docere”, que significa enseñar. Y la palabra educador viene de dos verbos latinos: educare y ducere. Educare significa mostrar, dar a conocer y ducere significa conducir, orientar; pero con la “e” delante, “educere” significa sacar, extraer, hacer salir afuera, desarrollar, descubrir. Por eso educación se refiere a esa acción procesual por la que el educando desarrolla sus potencialidades escondidas, sus capacidades no desarrolladas, con la ayuda de quien le conduce, mostrándole, enseñándole lo que para él era desconocido porque le estaba oculto. El objetivo de la educación es el desarrollo armónico de su ser, de toda su persona y personalidad y la orientación para que conozca correctamente el mundo al que ha venido y la cultura de quienes viven en él. Hay mucha diferencia entre educar y enseñar, entre educador y docente.

¿Por qué, entonces, los profesionales de la educación prefieren llamarse docentes, si la docencia, la enseñanza, es mucho menos que la educación? ¿Es que quieren rebajar la importancia y calidad de su excepcional vocación de profesionales de la educación? ¿Pueden así justificar mejor la subida de sus sueldos? ¿Es que son solamente docentes o que se llaman docentes pero son educadores? 

El cuestionamiento se me agranda si planteo la pregunta sobre los Institutos de Formación Docente (IFD). Qué están formando ¿docentes o educadores profesionales? Si forman educadores profesionales ¿por qué los rebajan con el título de docentes? Y si no forman profesionales de la educación sino docentes ¿quién forma a los profesionales de la educación? ¿Sólo las universidades en sus facultades de Ciencias de la Educación? 

Algún lector podrá pensar que este análisis conceptual es sutil e intrascendente. Yo no creo que a un médico, llamado doctor de medicina, le dé igual que le llamen enfermero, porque se dedica a los enfermos y a las enfermedades. Hay diferencia entre médico y enfermero, semejante a la de educador profesional y docente.

La tarea de enseñar y con más razón la tarea de educar están cambiando aceleradamente por la incidencia de muchos factores. Cada día les exigimos más a los educadores profesionales, porque educar es también y sobre todo capacitar para la vida y cada día es más complejo y difícil saber y poder vivir. Los que nos ayudaron y siguen ayudando a ser personas, sujetos dignos de respeto y derechos, les debemos no sólo gratitud y admiración, sino el máximo reconocimiento por la grandeza de su vocación como profesionales de la educación.

jmonterotirado@gmail.com

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