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Por eso siempre también se supo que la reconversión de la zona es extremadamente necesaria y su sobrevivencia y avance en el tiempo dependen de la agilidad con que se logre desarrollar el turismo y la industrialización. Y no solo apremia la situación del Brasil, sino la necesidad interna de nuestro país cuya población sale a buscar mejores horizontes hacia los polos, como refugiados de la miseria del campo.
Es allí donde el parto se complica. Por un lado se sabe que la playa con costanera es la mejor alternativa turística que una ciudad sobre un gigantesco lago puede aspirar, y por otro la venida de inversionistas interesados en explotar la privilegiada ubicación territorial para instalar industrias.
Sin lugar a dudas ambos negocios son los más competitivos del mundo de hoy y por tanto no será soplar y hacer botellas, sino dependerá de la capacidad de aunar las mejores herramientas de las que se dispone para entrar, competir y conquistar.
Lastimosamente la mezquindad y la escasez de materia gris de nuestros dirigentes conllevan al enfrentamiento estéril que nos garantiza, cuando menos, más atraso, sufrimiento y ruina económica. En vez de preguntar en qué uno puede ayudar, aquí tenemos “políticos” a quienes les encantan emplear su “poder” para embarrar la cancha y destruir cualquier iniciativa. Hacen fiesta cuando logran el fracaso de proyectos de bien común cuando no son ellos los protagonistas.
Y es allí donde de nuevo nos recordamos y recurrimos a la poderosa arma del pueblo, que es su voto. Ojalá cuanto antes los saltoguaireños limpien su camino de estorbos acomodados, que solo son buenos para defender sus intereses mezquinos y sectarios, en desmedro del desarrollo y bienestar colectivo.
rduarte@abc.com.py