Educación Campesina

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La actual situación cultural y socioeconómica del campesinado es crítica, ciertamente improrrogable . Si no salen de ella en breve tiempo, sus efectos negativos crecerán con mayor perjuicio para ellos y para la nación. Efectos como mayor empobrecimiento, marginación, emigración, fuente de inestabilidad social y política… Son efectos evidentes y significativos, teniendo en cuenta que las familias campesinas constituyen la mayoría del sector rural, que representa algo más del 41% de la población de Paraguay. 

Varios son los factores que han contribuido a generar esta situación: 

Por ejemplo, el factor cultural. Desde hace bastantes décadas la población rural es el sector con más bajo rendimiento escolar, el de mayor ausentismo y mayor deserción escolar. Es muy alto entre sus estudiantes el porcentaje de los que no acaban la Educación Escolar Básica y el Bachillerato. En el mismo sector se da el índice más alto de ciudadanos que no logran lectura comprensiva. 

Dentro del factor cultural merece destacarse el factor lingüístico, porque en este sector se da el porcentaje más alto de lengua materna guaraní y de lengua usada cotidianamente, prácticamente única lengua. En el sector rural además hay que sumar el pluralismo cultural y lingüístico de las etnias indígenas. 

La emigración es otro factor. En pocos años se viene acelerando el desangre familiar y poblacional del sector por la emigración, con dos efectos muy negativos: la descomposición familiar y la pérdida de miembros. quizás los más capaces, tanto entre varones como entre mujeres. 

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El factor estancamiento porque el sector ha quedado de espaldas a la modernización y la dinámica postindustrial. Paraguay en general y con más razón el sector rural, por diversas causas también políticas, ha tenido dificultades para asumir la modernidad y su correspondiente predominio de la era industrial. En estos acelerados momentos de la historia, el mundo ha dejado de regirse por la economía del consumo y ha pasado a la economía del conocimiento. Estamos en la sociedad de la información y del conocimiento. Nuestro sector campesino está de hecho ajeno a esta realidad, salvo en el consumo de algunos de sus productos popularizados como el teléfono celular. Pero en el uso de este gran producto, también el sector rural está desasistido por las limitaciones extraordinarias para el uso de internet especialmente en las zonas rurales. 

En estas condiciones, sin necesidad de aludir a otros factores, es imposible que el campesinado salga de su crítica situación sin la contribución del Estado, ofreciendo la educación, formación y capacitación actualizadas y eficientes que hasta ahora no le ha ofrecido. 

El artículo 73 de la Constitución Nacional garantiza a todo ciudadano la educación integral. El artículo 74 cita expresamente la educación agropecuaria. El artículo 79 de la Ley General de Educación 1264 compromete al Estado y a cada Gobierno a la “educación campesina y rural”. La justicia y la equidad obligan por ética y por el derecho de todos los ciudadanos a participar en el Bien Común, y hasta el sentido común y las políticas razonables para la economía y el desarrollo de la nación hacen evidente que es necesario y urgente poner los medios para superar la situación crítica del campesinado. 

Los hechos le han dado la razón a la visión futurista de Alvin Toffler, cuando en 1990 publicó “El cambio de poder” anunciando que el poder y la riqueza ya no estaban en la tierra (agricultura) ni en las fábricas (industria), sino en la producción de conocimientos. 

Sin educación actualizada que genere conocimientos y competencias, en la era tecnológica es imposible trabajar y poder producir. Sin educación, los campesinos no tienen horizonte ni esperanza.