Educación y cambio

La humanidad viene evolucionando desde hace cientos de miles de años, pero nunca en toda su existencia ha tenido cambios tan rápidos como en los veinte últimos años. Desde 1998 se producen cambios vertiginosos de impactos importantísimos para nosotros y nuestro planeta.

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Actualmente somos aproximadamente 7.600 millones de habitantes en la tierra y nuestro crecimiento poblacional se precipitó y desde 1998 la humanidad ha crecido 1.800 millones.

Por la torpeza de nuestros comportamientos agresivos con la naturaleza estamos destruyendo nuestro clima y nuestro hábitat a un ritmo gravemente peligroso, amenazante hasta para el mismo planeta.

Según la famosa “Curva del conocimiento” de Richard Buckminster Fuller el dinamismo de producción de conocimientos es abrumador. En 1900 los conocimientos en el mundo crecían a un ritmo de duplicación cada cien años. En 1925, cada 25 , en 1945 cada 12 y actualmente cada dos años. Según algunos futuristas los conocimientos se duplicarán en el mundo, dentro de unos años, ¡¡¡cada once horas!!!

Internet, que crearon los militares de Estados Unidos en 1983, ha revolucionado radicalmente todo, no solo la comunicación interpersonal, sino la transferencia de información, conocimientos, libros, artículos documentos, fotografías, arte, música, deportes, acontecimientos… a miles y millones de personas simultáneamente vinculadas en las redes sociales. Precisamente Google nació en 1998. Las tecnologías en general, además de las de información y comunicación han cambiado nuestro modo de vivir y relacionarnos, pudiendo llevar en el bolsillo o en la pulsera con el reloj todos los fabulosos medios y recursos que concentra un teléfono inteligente (computadora, cámara de cine, cámara fotográfica, radio, televisión, teléfono, etc.).

En veinte años aumentó exponencialmente la capacidad de producir riqueza en el mundo y creció la dramática extensión de la pobreza y el potencial de violencia. En este tiempo varios países han aprendido ya a pasearse por el espacio y visitar otros astros y planetas. Y ya tenemos en las fábricas los coches sin nafta y verdaderamente automóviles, porque se mueven sin chofer, cuyo impacto laboral, social y económico difícilmente podemos imaginar.

A medida que pasan los días las tecnologías, la robótica, la inteligencia artificial, la física cuántica, la neobiología, la neurología con las investigaciones del cerebro y la genética están revolucionando no solo los modos de vivir, sino hasta los modos de ser, los tiempos de vivir y la vida misma. Las nuevas fuentes de economía aceleran el desempleo y exigen otras competencias y nuevas profesiones.

En este parcial, deslumbrante y asombroso contexto, la educación que le ofrecemos a los niños, adolescentes y jóvenes está estancada y paralizada, es rígida e inflexible, prácticamente inútil, como dicen los empresarios para dar trabajo y las universidades para recibirlos en sus estudios profesionales y de investigación. No sirve ni para el presente, menos aún para el futuro que les espera.

Es evidente que dada la velocidad de los cambios y sobre todo dada la aceleración de producción diaria de nuevos conocimientos, no es fácil decir qué hay que cambiar y cómo hacerlo, deben organizar los cambios del sistema educativo profesionales que manejen información actualizada permanentemente y sólida comprensión de lo que es un sistema educativo, que formen equipo interdisciplinar y en su momento abiertos al diálogo con profesionales cualificados de distintas especialidades y con jóvenes y adolescentes que son actores protagonistas en los escenarios de la educación.

Saber lo que “la gente” quiere, se ha acabado de investigar recientemente por el Consejo Nacional de Educación y Cultura (ahora cerrado y llamado Consejo de Educación y Ciencias) y toda esa investigación está elaborada e impresa con toda la documentación exhaustiva disponible en las oficinas de dicho Consejo. Es muy importante lo que opina y desea “la gente” clasificada por sectores, pero de ninguna manera que se usen, son suficientes sus opiniones. El desafío de definir los cambios del sistema nacional de educación es mucho más exigente y de altísima responsabilidad nacional. En mi opinión debe participar el Congreso de la Nación, como representante del pueblo, y respaldar los cambios con leyes para consolidar el sistema con su correspondiente estructura legal. Coincide además que nuestro actual cuerpo legal sobre educación es muy pobre y en varias leyes está desactualizado.

jmonterotirado@gmail.com

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