Educar en una sociedad machista

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El machismo es un mal personal y social, instalado en la cultura, que hay que extirpar porque hace daño a las sociedades y a la humanidad. Entendemos por machismo el conjunto de prejuicios alimentados y mantenidos por creencias, actitudes y comportamientos que privilegian al hombre por encima de la mujer, considerándola explícita o implícitamente de naturaleza inferior al hombre.

El sentido común, la experiencia y la ciencia han desmontado la falsedad de esos prejuicios y creencias, además las investigaciones científicas vienen demostrando el daño que el machismo hace a las mujeres y a los mismos hombres.

La Asociación Psicológica Americana (APA) ha publicado un estudio en el Journal of Counseling Psychology, afirmando que “adoptar ciertas actitudes asociadas al machismo resulta perjudicial para la salud física y mental de hombres y mujeres, además de entorpecer el funcionamiento social del sujeto y sus relaciones personales”.

Dicho estudio que resume los hallazgos de casi 80 estudios separados e involucraron a cerca de 20.000 hombres en las investigaciones, concluye que no solo son las mujeres las que sufren las consecuencias negativas del machismo –que incluyen discriminación, violencia verbal y física, acoso, un trato despectivo– sino que también los propios hombres ven afectada su salud mental al adoptar actitudes motivadas por el machismo.

No es fácil acabar con el machismo porque tiene sus raíces en los orígenes de la humanidad y ha desarrollado su tronco y ramas consolidándose hasta nuestros días, en algunas culturas con total supremacía y con el apoyo paradójico por la profunda internalización en la mentalidad de muchas mujeres que lo fomentan desde el nacimiento de sus hijos e hijas.

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Podemos recordar la famosa investigación hecha en Estados Unidos en 1974 en la que se demostró que la persona recibe un estereotipo sexual ya desde el nacimiento y se le trata según dicho estereotipo. Se presentaron 30 bebés a un grupo de padres y madres, diciéndoles el sexo de cada bebé. Se les pidió que los describieran. Los padres dijeron que los niños eran robustos, fuertes y activos, y las niñas eran delicadas, suaves y bonitas. Las madres no diferenciaron tanto entre niños y niñas. La verdad era que los investigadores habían mentido. Habían atribuido el sexo por azar (porque al ser bebés recién nacidos y estar vestidos no había diferencias físicas para identificar el sexo). La visión de los padres respondió a su prejuicio y estereotipo sobre varón y mujer y no a los rasgos reales de los recién nacidos.

La igualdad de trato y derechos para mujeres y hombres no se logrará con leyes (aunque estas son necesarias), porque las leyes tratan de superar los “efectos” del machismo (violencia, desventaja salarial, etc.), pero no tratan de eliminar las “causas” del machismo.

Eliminar las causas del machismo solo se logrará con una revolución cultural, que por su naturaleza será lenta y debe contar con una renovación sustancial de la educación familiar y de la educación formal en todos sus niveles, además de la educación no formal y la educación refleja, esa que se da directa e indirectamente por los medios y ambientes de comunicación social.

Raras veces reflexionamos sobre nuestro rol en la humanidad y el sentido último de la vida simplemente vivimos y la vida se nos vive sin dejarnos mucho espacio para pensar si lo que pensamos y hacemos como humanos es lo mejor que podemos hacer. Con el machismo estamos reduciendo el extraordinario caudal y potencial humano que aportaría más del 50% de la población universal que corresponde a las mujeres.

El sistema escolar no tiene definida la antropología que debe fundamentar los diseños curriculares y programas, es decir, no tiene respuesta a la pregunta qué modelo de hombre y mujer quiere formar y está formando, por tanto el sistema trabaja a merced de las propuestas y ocurrencias que cada educador profesional proponga improvisadamente sin planificación orgánica y sistémica. En estas condiciones no hay pedagogía que garantice profesionalmente la formación y el desarrollo humano constructivo y en paridad. El machismo queda impune e intacto.

Es probable que estas sugerencias para educar en una sociedad machista parezcan utópicas. La verdad es que hoy la educación coherente es utopía, pero es la necesaria.

jmonterotirado@gmail.com