Venía bajando a prisa las escaleras de mi patio para salir a la calle, una vecina (señora mayor) que pasaba por la vereda, al verme, hizo un gesto de susto… “¡Ay, por Dios!, ¿por qué toda de negro?”, exclamó. Sin dudas, relacionó el negro con la tristeza, el luto, lo temible. ¿Qué hubiera pasado si yo vestía de blanco? ¿Le hubiera parecido angelical o se hubiera asustado más por lo fantasmal? Cuestión cultural, quizás. Recordemos que Auguste Renoir consideraba el negro como “el rey de los colores”.
El significado que le damos al color tiene que ver con lo que hemos aprendido familiar y socialmente, consciente o inconscientemente, y también con nuestra intuición o sabiduría innata. Independientemente de la edad y el conocimiento, sentimos algo determinado frente al color.
Los partidos políticos e ideológicos saben servirse de la psicología del color. Políticamente, en nuestro país el rojo y el azul representan a dos poderes políticos populares. No falta si andás con algo rojo quién te diga “sos del Partido Colorado”. Con el azul no sucede lo mismo, quizás porque de por sí es un color más discreto. El arcoíris del extinto Encuentro Nacional tuvo atención joven porque trabajó publicitariamente la idea de unidad, la salida de un nuevo sol para el Paraguay.
El color rojo universalmente simboliza la energía, la pasión, mientras que el azul, la serenidad, la formalidad, el trabajo, lo que no significa que los partidos mantengan o no hayan desvirtuado estos valores en fanatismo.
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Luego están los colores de ideologías sociales y religiosas. La bandera del Vaticano es amarilla y blanca. El budismo, naranja. El feminismo tomó el color lila, mientras que los LGTBI se identifican con una bandera multicolor muy similar a la bandera inca, que fue creada antes pero después de la bandera de la Paz (actualmente modificada).
Este mes de octubre las farmacéuticas multinacionales llenaron de rosa, con su campaña contra el cáncer de mama.
Así podemos encontrar colores que nos igualan o nos diferencian, que nos atraen, nos disgustan o nos resultan indiferentes.
Einstein decía que se perdía tiempo pensando en combinar la ropa; por eso era conocido por andar siempre con colores oscuros. Los pueblos tropicales suelen gustar de los colores vivos.
Cierro con una mirada más bien saludable sobre el tema: “Los colores son fuerzas que actúan en el hombre provocando sensaciones de bienestar o malestar, de actividad o de pasividad. La aplicación de determinados colores en oficinas, fábricas o escuela puede incrementar o reducir el rendimiento, y en las clínicas puede contribuir a que los pacientes recuperen antes la salud” (arquitecto alemán Ernst Neufert).
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