El crimen edilicio

Con un malentendido progreso y modernismo a lo largo de la existencia asuncena han ido desapareciendo del Centro Histórico emblemáticas edificaciones “víctimas de la piqueta”, como lo había listado el historiador Hipólito Sánchez Quell.

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Si no fueran por las fotografías –o los dibujos– nada sabríamos de la antigua Casa de los Gobernadores, la residencia presidencial de Carlos A. López, el Club Nacional, el Banco Mercantil, la antigua Iglesia de San Roque y tantos otros edificios que duelen en el alma recordar.

El titular publicado en ABC Color del 15 de octubre de 1978 decía “El crimen edilicio sigue impunemente”. Entonces, era más difícil luchar contra los demoledores porque en su gran mayoría obedecían a la Dictadura.

Pero, por lo menos se iban desmantelando poco a poco con la piqueta de los albañiles, ante la dolorosa mirada de todos.

Ahora las demoliciones se realizan con topadoras, sin dejar rastros, tal como lo hicieron con la última quinta de la Avda. Aviadores del Chaco, la villa del General José María Delgado, héroe de la Guerra de la Triple Alianza, más conocida como la ex casa de Ñata Legal.

Siempre había sido considerado como un patrimonio histórico hasta que los concejales, en contubernio con la Intendencia Municipal, le bajaron el pulgar y decidieron que no era patrimonio y rápidamente dieron un permiso ilegal de demolición. Muchos ciudadanos se sienten burlados ante tamaño y grosero despropósito.

Se supone que hoy día existe mayor “conciencia” sobre la preservación urbanística. Muchas familias, a costa de elevadas erogaciones y sacrificios, deciden mantener su vivienda patrimonial –por más modesta que sea– por una cuestión de respeto a los antepasados. La Comuna no se preocupa de exonerarles el impuesto.

Las autoridades municipales, incluyendo a la gran mayoría de los concejales (salvo honrosas excepciones de rigor) prefieren demoler. El mismo intendente, quien podría haber evitado la destrucción del patrimonio, no movió un dedo.

La Intendencia y la Junta Municipal de Asunción han perdido autoridad moral en cuanto a la preservación del patrimonio. Cuando se publica un caso en la prensa, se apuran en mostrarse “preservacionistas” y así dejan propiedades a la deriva como ocurre en la esquina de Herrera y Yegros, donde en 2014, se derribó la mayor parte de una vivienda que data de 1850, cuando las paredes se hacían de adobe y todavía no existían las ochavas.

Desde entonces permanece apuntalada y no se dan soluciones a los propietarios ni a los vecinos para decidir qué hacer con el sitio. Se mantiene con un peligroso “encarpado”, seguramente hasta que se venga totalmente abajo.

Ahora, una fotografía del Palacio de López es imposible sin la mole que se está construyendo sobre El Paraguayo Independiente, casi enfrente. Otro crimen contra un monumento nacional.

La piqueta ha quedado en el pasado y ahora el patrimonio es víctima de topadoras y de la falta de conciencia municipal. Como lo advirtió Sánchez Quell, hace casi 40 años, “el crimen edilicio sigue impunemente”.

pgomez@abc.com.py

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