El día después de las internas

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Los partidos políticos de la oposición y el oficialismo van ajustando detalles para meterse de lleno en las elecciones internas. Cada sector tiene sus problemas propios, pero ambos tienen un factor común: la fuerte división que ahora está potenciada por los tiempos del proselitismo.

En el frente opositor el Frente Guasu no termina de olvidar que fueron los liberales quienes terminaron con la presidencia de Fernando Lugo.

Si bien ahora hay una aparente recomposición en favor de una nueva alianza, subyace la desconfianza que de algún modo se vio reflejada en el candidato que designaron para ocupar la vicepresidencia de la República.

La supervivencia política obliga a tener un nuevo acercamiento, pero en el Frente Guasu las heridas no están sanadas. Los gestos ayer en las inscripción de la alianza dejaron pocas dudas. Si eso representará un problema en el futuro es una cuestión que se resolverá de acuerdo con la coyuntura.

La fricción entre liberales y el Frente Guasu es solo uno de los conflictos latentes que tiene que encaminar la oposición. Todavía mas explosiva puede ser la profunda división dentro del PLRA.

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El abierto enfrentamiento entre los seguidores del senador Blas Llano y Efraín Alegre, presidente de los liberales, está lejos de tener una solución. En las últimas semanas las urgencias electorales hicieron que las fricciones no sean permanentes porque había que preparar al partido para las elecciones generales, pero todavía están ahí.

Las elecciones internas serán la continuidad de la disputa por el control partidario.

En las últimas semanas Alegre logró sumar dirigentes a su alianza electoral interna. La llegada de Ramón Gómez y Blanca Lila Mignarro amplía su fuerza política en las internas y aumenta su expectativa de victoria. Llano también rearmó su equipo al cerrar un acuerdo con Mateo Balmelli, pero no pudo avanzar en debilitar al oficialismo partidario.

El reagrupamiento genera expectativas en el interior del PLRA y en algún modo aplaza las definiciones.

En el frente colorado las divisiones entre oficialismo y disidencia son cada día más profundas. La virulencia del discurso refleja el enfrentamiento sin concesiones. Unos utilizan el peso del aparato estatal para alinear votos, mientras otros buscan alianzas con sectores económicos y conexiones en el exterior para tratar de asegurar una victoria.

Las últimas mediciones confirman que las internas coloradas tendrán un final cerrado. Que no habrá una victoria aplastante y que en gran medida el manejo de la coyuntura electoral podría terminar definiendo quien será el ganador.

En un contexto de divisiones profundas y ataques desmedidos ganar las elecciones internas es apenas un dato importante, pero podría no ser definitivo para triunfar en los comicios generales del próximo año.

El gran desafío es lograr la unidad después de las elecciones internas. Sanar las heridas electorales y pensar en un proyecto más amplio que está por encima de las diferencias internas o de las necesidades sectoriales.

Los colorados siempre fueron mejores para manejar sus diferencias dentro del partido, pero en 2008 eso se rompió y Luis Castiglioni terminó siendo funcional a los intereses de la oposición, lo que finalmente generó la derrota del Partido Colorado. Repetir una historia como esa podría llevar de nuevo a los colorados a la llanura.

Lo mismo podría ocurrir con la oposición si finalmente no logra dejar de lado sus diferencias internas y traslada los problemas caseros al plano nacional.

Las elecciones internas del próximo 17 de diciembre serán un paso importante para pensar en un triunfo en las elecciones presidenciales, pero la unidad será esencial para ganar.

ogomez@abc.com.py