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Debería ponerse en conocimiento de jueces y fiscales de la República que los compatriotas que operan en diversas regiones del territorio nacional bajo el nombre de "carperos" encaran acciones y realizan declaraciones que atentan contra varios artículos de la Constitución Nacional. Inicialmente, contra el 127, si consideramos que este obliga "al cumplimiento de la ley y no predicar su desobediencia". Además de asumir atribuciones que no les corresponden, estos compatriotas también atentan contra el artículo 47, que consagra "las garantías de la igualdad para los habitantes de la República"; contra el 88, que predica sobre la no discriminación. Contra al artículo 140, que caracteriza al Paraguay como "un país pluricultural y bilingüe"; por lo que "las lenguas indígenas, así como las de otras minorías, forman parte del patrimonio cultural de la Nación".
También debería alertarse a funcionarios de la Dirección de Migraciones, como a las demás autoridades de la República, que el artículo 146 de la Carta Magna consagra como de "nacionalidad paraguaya natural a las personas nacidas en el territorio de la República", y que a ningún otro estamento más que al Poder Judicial compete (artículo 154) "entender en los casos de ciudadanía".
Estas disposiciones, si amparan a todos los paraguayos vulnerados en sus derechos, no admiten que ninguno se atribuya la potestad de hacerse justicia por si mismo ni cercenar a otros los correspondientes derechos y garantías. Y si la participación de funcionarios oficiales y fuerzas militares patentiza el apoyo del Gobierno a la demanda de los grupos mencionados, el hecho constituye un peligroso desbalance que recuerda otros tiempos que muchos creíamos superados.
Independientemente a lo pautado por la Constitución Nacional, nadie en el Paraguay podría adjudicarse derechos de linaje (ver artículo: "Todos somos extranjeros". ABC, enero de 2011), pues sería tarea inútil intentar establecer diferencias con base en nuestra procedencia. Especialmente porque los limitados y esporádicos contingentes migratorios radicados en el Paraguay en siglos pasados se han aclimatado o "paraguayizado" tan rápidamente que han sido los gestores de nuestra cultura, pioneros de nuestras empresas, protagonistas esenciales de nuestras actividades deportivas, y sus descendientes hasta dieron la vida por la patria. Jóvenes algunos apenas adolescentes que llevaron al Chaco su intenso amor por la tierra que los vio nacer aunque la de sus padres o abuelos correspondieran a otras geografías: Pedro Balotta, Arturo Battilana de Gásperi, Oscar Bottana, Vicente Buongermini, Pedro Camperchioli, Lidio Cantalupi, Nicolás Cazenave, Genaro Lafranconi, Julio Maschio, Evacio Perinciolo Merlo, Mario Mazzei, por nombrar solo algunos entre los centenares de paraguayos que hoy hubieran sido estigmatizados por este empadronamiento "karape" elaborado por algunos "líderes sociales". Aunque de acuerdo a este, también serían considerados extranjeros (o sin derechos como paraguayos) los Spaini, Perito, Bordas, Filizzola, Cramer, Iramain, si es que no formaran parte de la selecta cofradía de colaboradores del presidente Fernando Lugo.
Yendo más lejos e internándonos en los vericuetos de nuestra historia, encontraríamos que el Dr. José Gaspar Rodríguez de Francia tampoco sería un "verdadero paraguayo", ya que descendía de un súbdito del Reino de Portugal, Brasil y Algarve. Tampoco lo serían José Asunción Flores, Julio Correa, Arsenio Erico o Silvio Pettirossi, así como tantos otros paladines de nuestra cultura y de nuestra "paraguayidad".
Finalmente, ¿sospecha el Gobierno de que todavía existen procedimientos dolosos en la concesión de tierras? ¿Tiene datos que ameriten su intervención? Pues que se encarguen del procedimiento las instituciones de la República. Porque pareciera que a los "carperos" se les encomendó una depuración ideológica y genética frente a la cual hasta la revolución cultural de Mao parece una broma.
jrubiani@click.com.py
También debería alertarse a funcionarios de la Dirección de Migraciones, como a las demás autoridades de la República, que el artículo 146 de la Carta Magna consagra como de "nacionalidad paraguaya natural a las personas nacidas en el territorio de la República", y que a ningún otro estamento más que al Poder Judicial compete (artículo 154) "entender en los casos de ciudadanía".
Estas disposiciones, si amparan a todos los paraguayos vulnerados en sus derechos, no admiten que ninguno se atribuya la potestad de hacerse justicia por si mismo ni cercenar a otros los correspondientes derechos y garantías. Y si la participación de funcionarios oficiales y fuerzas militares patentiza el apoyo del Gobierno a la demanda de los grupos mencionados, el hecho constituye un peligroso desbalance que recuerda otros tiempos que muchos creíamos superados.
Independientemente a lo pautado por la Constitución Nacional, nadie en el Paraguay podría adjudicarse derechos de linaje (ver artículo: "Todos somos extranjeros". ABC, enero de 2011), pues sería tarea inútil intentar establecer diferencias con base en nuestra procedencia. Especialmente porque los limitados y esporádicos contingentes migratorios radicados en el Paraguay en siglos pasados se han aclimatado o "paraguayizado" tan rápidamente que han sido los gestores de nuestra cultura, pioneros de nuestras empresas, protagonistas esenciales de nuestras actividades deportivas, y sus descendientes hasta dieron la vida por la patria. Jóvenes algunos apenas adolescentes que llevaron al Chaco su intenso amor por la tierra que los vio nacer aunque la de sus padres o abuelos correspondieran a otras geografías: Pedro Balotta, Arturo Battilana de Gásperi, Oscar Bottana, Vicente Buongermini, Pedro Camperchioli, Lidio Cantalupi, Nicolás Cazenave, Genaro Lafranconi, Julio Maschio, Evacio Perinciolo Merlo, Mario Mazzei, por nombrar solo algunos entre los centenares de paraguayos que hoy hubieran sido estigmatizados por este empadronamiento "karape" elaborado por algunos "líderes sociales". Aunque de acuerdo a este, también serían considerados extranjeros (o sin derechos como paraguayos) los Spaini, Perito, Bordas, Filizzola, Cramer, Iramain, si es que no formaran parte de la selecta cofradía de colaboradores del presidente Fernando Lugo.
Yendo más lejos e internándonos en los vericuetos de nuestra historia, encontraríamos que el Dr. José Gaspar Rodríguez de Francia tampoco sería un "verdadero paraguayo", ya que descendía de un súbdito del Reino de Portugal, Brasil y Algarve. Tampoco lo serían José Asunción Flores, Julio Correa, Arsenio Erico o Silvio Pettirossi, así como tantos otros paladines de nuestra cultura y de nuestra "paraguayidad".
Finalmente, ¿sospecha el Gobierno de que todavía existen procedimientos dolosos en la concesión de tierras? ¿Tiene datos que ameriten su intervención? Pues que se encarguen del procedimiento las instituciones de la República. Porque pareciera que a los "carperos" se les encomendó una depuración ideológica y genética frente a la cual hasta la revolución cultural de Mao parece una broma.
jrubiani@click.com.py