El endeudamiento público y sus riesgos

La deuda y las inversiones públicas están aumentando durante la administración del actual gobierno. No caben dudas de que dedicar más recursos financieros para paliar el déficit en infraestructura contribuye al desarrollo económico del país, pero también es cierto que el rápido crecimiento de la deuda constituye un riesgo fiscal de mediano plazo en las actuales condiciones de escasa recaudación tributaria y de incertidumbre en el mercado financiero internacional. Otro riesgo son las fallas en la calidad de las obras públicas debidas a la limitada capacidad de gestión del sector estatal para cumplir eficientemente la ejecución de las construcciones.

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Para seguir aumentando la deuda pública, principalmente por la vía de la emisión de bonos del Tesoro, se apela al pretexto de que el coeficiente de endeudamiento del Paraguay es uno de los más bajos de la región. La verdad es que la deuda pública como porcentaje del Producto Interno Bruto (PIB) ya trepó a más del doble, de solo 10,9% en 2011 a 23,2% del PIB en marzo de 2016. Si bien este coeficiente sigue siendo bajo en comparación con los demás países del continente, también debe verse la otra cara de la moneda: la baja presión tributaria que resta fuerza a la capacidad efectiva de pago de las deudas.

La recaudación tributaria fue de solo 12,5% del PIB en 2015, una de las más bajas de América Latina, y no hay señales de que esta tendencia vaya a cambiar porque las reformas impositivas para recaudar más no están en la agenda del actual gobierno. La presente política de incrementar la deuda pública en un contexto de baja recaudación obligará a futuros gobiernos a encarar, más tarde o más temprano, impopulares reformas para cumplir con los compromisos de la deuda acumulada.

Otro argumento esgrimido para defender la creciente emisión de bonos suele ser la necesidad de reestructurar la deuda actual, efectuando nuevas colocaciones para extender los plazos de vencimiento de los bonos y conseguir mejores tasas de interés. Además, se arguye, las emisiones se realizan también para financiar las inversiones, lo que se traduciría en mayor crecimiento económico y, por consiguiente, en mayores recaudaciones. Sin embargo, existen incertidumbres y riesgos que condicionan fuertemente esos resultados esperados.

En efecto, las alteraciones que pueden ocurrir en el mercado financiero internacional y en el comportamiento del tipo de cambio pueden terminar por cargar más deuda sobre la deuda. Por otro lado, el crecimiento económico no necesariamente significará mayor recaudación, dada la estructura inequitativa del sistema tributario paraguayo que se caracteriza por la asimetría en la contribución impositiva. Ni siquiera el endeudamiento se transforma siempre en mayor crecimiento económico. Lo cierto es que varios países de la región, incluyendo el nuestro, han tendido experiencias negativas con el cumplimiento del servicio de la deuda.

En nuestro país, además de la emisión de bonos, existe otro riesgo: la Ley 5074/2013, más conocida como ley de financiamiento de obras públicas “llave en mano”. Esta forma de financiamiento no siempre beneficia al Estado y, cuando hay extrema necesidad de mejorar las obras de infraestructura, puede generar un aumento peligroso de la deuda en condiciones financieras no siempre favorables. Si el endeudamiento acelerado fuese el camino al desarrollo, varios países subdesarrollados hubieran estado en la lista de países desarrollados. Pero la experiencia muestra lo contrario, que muchas veces el endeudamiento se ha convertido en décadas perdidas para el desarrollo.

Será mejor, pues, mantenerse alertas con el endeudamiento. La deuda a fines de marzo de 2016 fue de US$ 6.061 millones (23,2% del PIB) y sigue creciendo. La emisión de bonos representaba el 12% de la deuda en 2013 y ahora, en el primer trimestre de 2016, se eleva a 39,3% (US$ 2.380 millones) del total de deuda.

Por otra parte, también las inversiones públicas requieren de mucha atención para evitar derivaciones negativas. Históricamente, los gobiernos han tenido serias dificultades para ejecutar las obras y, sobre todo, para ejecutarlas bien. La corrupción y las serias limitaciones de la capacidad de la gestión pública suelen ser las causas de los trastornos, pero se trata de limitaciones que toman tiempo ser erradicadas. Muchos proyectos financiados por organismos multilaterales no han tenido el éxito esperado, aun con las mejores plataformas de diseño, licitación, ejecución y fiscalización de obras. En varios casos hubo atrasos y las obras concluidas se han deteriorado más rápido de lo previsto.

Instalar capacidades para realizar las obras de infraestructura toma tiempo y los atajos pueden ser peligrosos, más aún cuando se encaran varias obras simultáneamente. Los errores pueden verse ya en el corto plazo, pero lo más probable es que las consecuencias de la ineficiencia, de la escasa capacidad de gestión y control, se manifiesten en el mediano plazo con altos costos para la sociedad.

*Economista, exministro de Hacienda.

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