El Estado delincuente

Con frecuencia insisto, y voy a seguir haciéndolo, en que se debe mejorar, sustancialmente, la lectura comprensiva. Es evidente que un buen número de personas no llega a entender, de manera satisfactoria, lo que lee; no hablo ya de libros de filosofía sino lo que aparece cotidianamente en los periódicos. Entre ellos, ocupa un lugar preferencial el expresidente Horacio Cartes, de quien un par de días atrás dijo la diputada Celeste Amarilla que “hay que recordar que es un poco limitado de lenguaje (Horacio Cartes), en la forma de expresarse. Él no es una persona que se exprese con facilidad, a lo mejor tuvo miedo de eso”. Se quedó corta. No es solo “un poco limitado” de palabras, sino también de entendederas.

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Las declaraciones hechas ese mismo día por el ministro del Interior, Juan Ernesto Villamayor, fueron claras, elocuentes y motivo de preocupación. Refiriéndose a la comisión bicameral que está investigando el caso de Darío Messer, habló del “Estado delincuente que permitió el lavado de dinero a través de empresas montadas a nivel local. Aparentemente entes estatales colaboraron con las maniobras”. Y al decir “Estado delincuente” se está refiriendo al gobierno de Cartes que no solo permitió, sino alentó las actividades de Messer, prófugo de la justicia, no solo del Brasil sino también de Paraguay y es buscado por Interpol en unos 190 países.

Citado por la comisión bicameral que investiga estos delitos de lavado de dinero, Horacio Cartes resolvió no acudir a responder la batería de preguntas que se tenían preparadas, quizá por miedo a las series dificultades que tiene con el idioma y la torpeza con que se expresa. Al respecto, la diputada Amarilla, con motivo de la cita hecha más arriba, agregó que Cartes “tiene algo que ocultar, por eso no se presentó (…) Si hubiera podido explicar todo, hubiera estado acá”. Más que algo, tiene que ocultar todo ya que durante cinco años estuvo al frente de un “Estado delincuente” según palabras de Villamayor, que él dirigió, más que como un estadista, como un “padrino”. Piénsese nada más que en un detalle: las innumerables ocasiones en que la prensa brasileña y argentina, dieron cuenta de la incautación de contrabandos mamúticos de cigarrillos producidos en Tabesa, la tabacalera del ex jefe de Estado.

A pesar de todas estas evidencias, todavía tiene a su alrededor algunos aduladores que muy bien puede ser por ignorancia, o por intereses pecuniarios, o porque sin esta actividad serían solemnes desconocidos, que se indignan porque es relacionado con el delincuente internacional Darío Messer y claman al cielo diciendo que se trata de una “persecución política”. Para ahorrar palabras: ¿conoce alguien que haya en el mundo un político llevado a los tribunales por delitos comunes que no sea un “pobre perseguido político”? Todos, absolutamente todos, incluyendo al presidente Donald Trump, que se declara un “perseguido político” porque hay un juez que lo está investigando por sus relaciones con Vladimir Putin y cuánto, dónde y cómo pagó a unas trapajosas prostitutas en el mismo momento que su mujer estaba dando a luz en un hospital.

Si Horacio Cartes, superando sus numerosas limitaciones, pudiera entender con claridad lo que ha dicho el ministro Villamayor, tendría que estar sumamente preocupado, averiguando el precio de los pasajes a Australia, o Islandia, o Kasajistán; es decir, un país bien lejano donde la justicia tenga muchas dificultades en llegar porque deben ser muy pocos quienes crean que es un desvalido perseguido político, y sí hay muchos que coinciden con el ministro del Interior pues parece que hay un serio propósito por parte del gobierno actual, de terminar, de una vez por todas, con el “Estado delincuente” que instalaron aquí Cartes y sus secuaces.

jesus.ruiznestosa@gmail.com

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