El final de un “sueño”

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SALAMANCA. “Yo no quería estar en aquel acto, yo no quería estar en aquella foto; pero fui al Planalto por solidaridad con Dilma”, reconoció el exmandatario y fundador del PT. “Fue un día muy triste para mí porque no era solo Dilma que estaba dejando la presidencia de forma abrupta, era el fin de un proyecto, de un sueño. Vi cómo todo se derrumbaba”. De este modo Luiz Inácio Lula da Silva explicó la causa del abatimiento que sufre en estos días. Es comprensible que se sienta deprimido, aunque tendría que haber corregido una de las palabras utilizadas. No se trata del fin de “un sueño” sino del final de “un delirio” que sacudió una buena parte del continente y por el cual se pagará, durante muchísimos años, un precio muy alto.

Es llamativo que el famoso proyecto político, apadrinado por el venezolano Hugo Chávez que, víctima del mismo delirio, se creyó la reencarnación de Simón Bolívar, no cayó por las invasiones militares imperialistas, ni por las conspiraciones armadas por la CIA, ni por las intrigas de la ultraderecha ni por los fascismos que aseguraron ver en los cinco continentes. El proyecto se vino abajo por su propia mano; quiero decir, el famoso “socialismo del siglo XXI” se suicidó en todos los sitios donde se intentó implantarlo. Esta “izquierda” cavernaria (utilizo comillas porque no creo que sea izquierda ni nada), aparte de aplicar políticas que parecían haber sido diseñadas por adolescentes inmaduros, se entregó a un robo inmisericorde más allá de todo lo imaginable. Pusieron todo su empeño no en gobernar y crear estructuras estables y, sobre todo, viables para disminuir la pobreza y estrechar la brecha entre ricos y pobres, sino para saquear las empresas del Estado que más dinero manejan, las que por eso mismo constituyen pilares importantes para la economía de sus países. Es el caso de Petróleos de Venezuela (PDVSA) y Petrobras (que maneja todo el negocio del petróleo) en Brasil. No me puedo imaginar lo que se podría descubrir si alguna vez surge algún político con el coraje necesario para investigar los manejos de Itaipú, en ambas márgenes, tanto del lado brasileño como paraguayo.

Lula da Silva mostró su tristeza por la salida de Dilma Rousseff. Ahora el mundo se le viene encima pues ha perdido su blindaje frente a las investigaciones de Petrobras, donde puede estar comprometido con lo que se ha dado en llamar ya el “megaesquema de corrupción”. En los últimos días se supo además que lo van a acusar de haber obstruido las investigaciones. Por lo tanto, las causas de su depresión irán en aumento en los meses venideros.

Igual de deprimidos estarán también quienes veían en Lula, Dilma Rousseff, Cristina Kirchner, José Mujica, Nicolás Maduro, Rafael Correa y Evo Morales a los artífices de la “patria grande” con que soñó Bolívar, si bien nunca completaron la frase diciendo que el “libertador” fue el primero en darse cuenta que tal “sueño” era imposible de realizar. En el horizonte de la mayoría de ellos se va levantando no el sol de la libertad sino una celda enrejada en alguna cárcel de alta seguridad.

Lo grave es que la disparatada idea del “socialismo del siglo XXI” contagió a muchos y, además de robarse el dinero del Estado, sí dilapidó lo que sobraba aplicándose políticas igualmente disparatadas. Como ejemplo está lo que hizo Cristina Kirchner con la famosa ganadería argentina. Hoy día, Paraguay y Uruguay exportan a Europa y Estados Unidos mayor cantidad de carne, en términos absolutos, no en cifras relativas, que lo que exporta Argentina. Venezuela, en este momento, debe importar petróleo para el consumo interno teniendo bajo sus pies las mayores reservas de petróleo ¡del mundo!

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La cosa debe estar que arde pues Pepe Mujica, el ídolo de la “izquierda” latinoamericana, dijo que “Maduro está más loco que una cabra”. Y Miguel Ángel López Perito, antiguo jefe de gabinete de Fernando Lugo cuando era presidente, dijo, palabra más, palabra menos, que es mejor que Maduro se aparte o “terminará mal”. Lastimosamente, no terminará mal. Cuando las papas quemen se subirá a un avión, sigilosamente, y se irá a cualquier parte del mundo a disfrutar de una cuantiosa fortuna escondida hoy en alguna parte, lejos de la mano de la justicia de su país. Mientras tanto los venezolanos, como los brasileños y los argentinos, tendrán que pasar toda clase de privaciones para poder componer todos los rotos que dejaron los notables líderes del “socialismo del siglo XXI”.

jesus.ruiznestosa@gmail.com