El fútbol lo festeja

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Y un día nos volvimos a entusiasmar, el público, acostumbrado a festejar resultados por sobre todas las cosas, volvió a gozar, disfrutar y paladear grandes exhibiciones colectivas. La bendita esencia del fútbol como espectáculo y entretenimiento, se reinstaló tras una pronunciada ausencia y si bien son pocos los que ostentan la difícil fórmula de ganar y gustar, las propuestas de Guaraní, Olimpia y Cerro, en el orden que usted quiera, prometen aglutinar masas por el resto del año.

Si empezamos por el líder del Clausura, la séptima victoria consecutiva llegó con sustos y varios contratiempos, porque General Caballero fue más que Guaraní hasta el empate parcial aurinegro, logrado por Camacho en una finísima posición adelantada. Sin ser un equipo aceitado como en jornadas anteriores, el segundo gol convertido por el nuevo convocado a la selección fue una verdadera joya, iniciada por el brillante pase de Contrera y la alta definición de un Camacho, goleador y figura como nunca antes, en este aborigen dispuesto a enterrar frustraciones de un pasado reciente.

Para Olimpia, aquella derrota frente a Guaraní en Para Uno significó un clic mayúsculo, Jubero venía desconcertando a propios y extraños con un raro armado del equipo, como aquel en el que arrancaban el “Mudo” Villalba, Riveros y Mendoza, conformando un mediocampo cuadrado y sin vuelo.

El Olimpia que vimos frente a Luqueño y Rubio Ñu, solo había aparecido en aquel lejano 4 a 0 a Capiatá y ahora se puede afirmar que recuperó el estilo tan admirado en el torneo anterior.

La conexión Julián Benítez, Mendieta y Santa Cruz se prende, explota y liquida, el doble seis que componen Riveros y Mendoza es lo más compacto y lógico para un conjunto que siempre debe asumir el protagonismo, y la presencia de Luis Cáceres empieza a ser bien rentable, de acuerdo a lo que se esperaba del volante.

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El equilibrio, una gran tenencia del balón y las variantes en el ataque, fueron argumentos concretos para una hinchada que volvió a enamorarse de su equipo, como se pudo corroborar en la noche del sábado en Para Uno.

Y si hablamos de romance, cuánto seduce este Cerro Porteño voraz, de gran circulación de balón y con una inmensa capacidad ofensiva, comandada por un Cecilio Domínguez imparable y goleador.

Gustavo Florentín empezó por basamentar su formación en el trío Rodrigo Rojas, Riveros y Torales, con el que consiguió el equilibrio que tanta falta le hizo, un terceto que además aporta cosas importantes al ataque, cada uno desde su virtud.

Lo que está jugando Cecilio no tiene nombre, Ortigoza luce mucho más estilizado y Velázquez ha sido muy importante en la Sudamericana.

Desde el fondo Raúl Cáceres y Álvaro Pereira son profundos y efectivos en sus proyecciones para ensanchar el campo de juego.

La fiesta frente a Independiente de Bogotá elevó al cielo los ánimos azulgranas y el pobre Nacional debió pagar por ello, frente a un equipo insaciable y certero al cien por ciento en ataque, y a diferencia de la Copa, un Josué Colmán solidario y efectivo se sumó al gran circuito propuesto por Cerro.

Así nos encuentra esta nueva pausa por Eliminatorias, con un Guaraní cada vez más sobrio, un Olimpia que retomó la cosecha de aplausos y un Cerro que mete miedo a todo rival internacional que pise Asunción, desde lo de Real Potosí y Santa Fe, pasando por un Nacional que de Academia no tuvo nada para contener la furia azulgrana.

Volvió el fútbol como principal vía a la hora de buscar un resultado, volvió la alegría, la admiración y el reconocimiento desde afuera, una sensación o varias que habían quedado postergadas en los últimos meses, el fútbol lo festeja.

aandresfederico@gmail.com