El futuro de la universidad

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El libro de Bill Readings “La universidad en ruinas” (Harvard Press, 1996), independientemente de que su título tenga un porcentaje de marketing y provocación al lector, plantea con vigor un cuestionamiento importante sobre el futuro de la universidad como institución. ¿Podrá llegar a ser “universidad de excelencia”?

 Las respuestas a la pregunta han generado polémica. Sin duda que la posibilidad de llegar a la excelencia depende de diversos factores, entre ellos de lo que se entienda por universidad, porque también sigue abierto el debate sobre cuál es la misión esencial de la universidad, por ejemplo, si la misión esencial es enseñar para formar profesionales o es ante todo investigar para producir conocimientos. En el papel del diseño las universidades suelen declarar la conjugación de ambas misiones; en nuestro caso la realidad es que la mayoría de nuestras universidades (por no decir todas) priorizan exclusivamente la misión de enseñar para formar profesionales, no precisamente con nivel excelente de calidad.

Para Readings la universidad no logra la excelencia si no justifica socialmente su existencia; la universidad no puede ser una institución cerrada que pretende justificarse a sí misma, sino que tiene que dar cuentas a la sociedad y colaborar con ella a resolver sus problemas. Por algo nuestra Constitución Nacional vincula la autonomía de las universidades a que sus planes de estudio estén “de acuerdo a la política educativa y los planes de desarrollo nacional” (Art. 79).

En el debate sobre la misión y la excelencia de las universidades los expertos destacan otro criterio: la capacidad de “adaptación real al cambio”. Peter Drucker dice que “si no hay un cambio profundo en un plazo de treinta años, los mayores campus universitarios serán sólo reliquias”, ya que corresponden a instituciones anticuadas sin esperanza, ancladas en prácticas fuera del momento como las clases magistrales y los puestos fijos de por vida, incapaces de servir a un nuevo mundo de audiencia masiva e información instantánea (A. Pulido).

¿Cuál es el futuro de nuestras universidades? Nuestras universidades se siguen planificando como siempre, ahora algunas han empezado a pensar que hay que capacitar en competencias además de en conocimientos, pero la verdad es que se sigue planificando y programando como si estuviéramos en un mundo de naciones con fronteras cuando estamos en un mundo globalizado; se sigue tratando a los alumnos como si vinieran de una sociedad aislada con relaciones limitadas a la familia y algún sector de la sociedad cuando los alumnos llegan relacionados constante e instantáneamente con infinidad de personas de diversas edades, de distintas culturas y razas presentes activamente en las mismas redes sociales; se sigue trabajando para una presunta sociedad agroganadera o industrial cuando estamos en la sociedad de la información y el conocimiento; se sigue presuponiendo un modelo humano que empieza a no existir porque estamos entrando aceleradamente en el transhumanismo.

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Teóricamente tenemos 54 universidades. Digo teóricamente porque funcionan como universidades cantidad ingente de filiales y algunas descaradas franquicias, que también fungen a los efectos de enseñar (!) y titular como facultades de universidad. La mayoría de nuestras universidades son privadas (46 de las 54), cuyo objetivo primordial es tener alumnos para poder sustentarse y ser rentables, ya que la financiación de la institución depende de las cuotas que pagan los alumnos. Lo que conlleva flexibilizar carga horaria, escolaridad, programas, pruebas y exámenes de manera que no salgan de la institución, porque su salida amenaza la sobrevivencia de la misma. ¿Cuál es el futuro de estos egresados, presuntos profesionales, salidos de estas presuntas universidades? ¿Qué empresa podrá confiar en su presunta profesionalidad? Si los egresados no tienen futuro, la institución de donde egresan tampoco lo tendrá.

Entró como huracán en el mundo científico, económico, laboral, social, cultural, hasta en el ocio la galaxia digital con las tecnologías de información y comunicación, y ese mismo huracán empieza a revolcar el mundo académico. Para muchos analistas el futuro de la universidad está vinculado inevitablemente con los nuevos modelos que impone la comunicación virtual.

¿Será que el Cones y la Aneaes para habilitar y acreditar carreras siguen con criterios de siempre o lo hacen para ponernos en la ruta del futuro? ¿Con qué criterios habilitan y acreditan?

jmonterotirado@gmail.com