Atendiendo todo lo realizado por los expresidentes creo que el pensar generalizado de Juan Pueblo es que resaltan los males entregados por todos los gobiernos que pasaron por este país. El hecho de culpar de todos los padecimientos al expresidente que lo antecedió es fiel indicador de todos los achaques presidenciales sufridos por el Paraguay.
El Gral. Andrés Rodríguez no solo se enriqueció y se quejó del gobierno stronista sino que se vio obligado a echarlo del poder pese al grado de parentesco político, pero no partidario, que existía entre ambos milicos. La queja de Rodríguez ocurrió después de ser Presidente y forrarse durante 35 años al lado de su consuegro. El enojo de Rodríguez quedó purificado cuando la nueva constitución de 1992 no permitió la reelección presidencial. Al morir nos dejó una democracia que sigue queriendo ser. En algún momento también fue aguijoneado por el bichito de la reelección.
Las leyes impuestas en la nueva constitución también inocularon de imposibilidades reelegibles a todos los otros Presidentes que llegaron al Paraguay envueltos y enredados en paracaídas que nos hicieron también caer durante cada periodo presidencial. A mitad de cada mandato cada Presidente buscaba enviar al mazo los artículos que definían que el rekutu era un espejismo para ellos.
Parece que el único expresidente, que completó un periodo presidencial sin ser alcanzado por la púa reelegible fue Wasmosy. Hasta su entorno podrido se dio cuenta del mismo tenor hediondo que tuvo este periodo gubernamental y ya ni pensó en alguna posible reelección. Ese gobierno se vio mucho más ocupado de la acechanza que consistía la gatera que el mismo gobierno wasmosista dejó abierta al Gral. Lino Oviedo.
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El gobierno del Ing. Raúl Cubas no pudo crecer, como un bonsái japonés, por culpa del jinete del mismo porte nipón y muy pronto abandonó la silla presidencial. Tomó el poder el 15 de agosto de 1998 y se fue el 28 de marzo del año siguiente. Con apenas 7 meses en el gobierno no habrá tenido tiempo ni de pensar en una reelección.
El 28 de marzo del 99 sube Lucho González al poder, gracias al cargo de Presidente del Congreso que ocupaba y a los 7 mártires del Marzo paraguayo que la débil memoria paraguaya ya ni recuerda. Entre cerveza, joda y sonseras para olvidar ni hubo tan siquiera una correspondiente nueva elección y menos una intención de reelección.
El buen gobierno inicial de Nicanor se vio machucado desde su pelea contra ODD por la presidencia del Partido Colorado y luego sus hurreros y chupamedias le hicieron creer que cinco años no sirven para servir ni servirse de este tan generoso y corrupto país.
El pueblo pensó que debajo de una sotana estaría toda la solución de los problemas nacionales. Nos topetamos con un hábito que solo disfrazaba la paternidad irresponsable que tan bien conjugó con su gobierno y, en vez del uso del seso, se priorizó el sexo. El gaucho monseñor sacudió la sotana y otra cosa el 15 de agosto del 2008 y lo echaron el 22 de junio del 2012. Federico Franco tampoco tuvo tiempo para pensar en el rekutúu pese a rodearse de muchos liberales sinvergüenzas.
Hoy los expresidentes son los profetas del después y dicen saber cómo gobernar un país con la reelección. Finalmente llegamos a nuestros días con un Presidente que grita a los cuatro vientos que no le interesa el rekutu pero que pinta que susurra al oído de sus partidarios diciendo: pejapomína la enmienda ha pe jerure che rehe...
caio.scavone@abc.com.py