El KGB te está mirando

SALAMANCA. A poco de hundirse la Unión Soviética, en las calles de Praga compré una camiseta que llevaba una inscripción en inglés: “The KGB is still watching you”. En una traducción más literaria que literal: “El KGB todavía te vigila”.

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Era imposible imaginar que veinte años después la inscripción aquella iba a pasar de ser una irreverencia del humor checo a convertirse en una fastidiosa realidad. El KGB (Komitet Gosudárstvennoy Bezopásnosti-Comité para la Seguridad del Estado) seguía manteniendo encendidas las luces de sus oficinas en Moscú, por más que hubiera sido disuelta en noviembre de 1991. Rusia, desde hace doce años, es gobernada por un destacado exagente de aquel tétrico comité y que luego, al convertirse en Servicio Federal de Seguridad, fue su director por los méritos acumulados en su trabajo anterior: Vladimir Vladimirovich Putin.

En mi columna de la semana pasada hablaba sobre la poca sensibilidad que muestran los dictadores hacia la música. La música les enerva, les irrita, les crispa los nervios. Tienen un sistema de deglución muy delicado por lo que solo pueden digerir aquellas canciones escritas para cantarles loas. Como la de “Valiente guerrero, corazón de acero...” etcétera, de “mi gran general” que era obligatorio cantar en todos los actos a los que acudía Stroessner, que tenía no solo el corazón sino también el cerebro tan duro como el acero. Esto venía a cuento ante el rumor que los hermanos Castro permitirán que en las radios cubanas se puedan escuchar canciones de Celia Cruz, Bebo Valdez y otras glorias de la música de la isla, hasta entonces prohibidos por negarse a doblar el espinazo ante los dueños de Cuba.

Pocos días después las noticias pusieron el contrapunto a esta “apertura democrática” cubana: los tribunales de Rusia condenaron a dos años de cárcel a tres de las cinco integrantes del grupo de música punk: Pussy Riot” (hay dos que no pudieron ser detenidas ni identificadas formalmente ya que actuaron utilizando máscaras). La acusación es “gamberrismo” y una sentencia fraguada entre el poder político y la iglesia Ortodoxa Rusa, ya que la actuación fue en la catedral Cristo Redentor de Moscú. Kaspárov, antiguo campeón mundial de ajedrez, dijo, refiriéndose a este hecho, que “la iglesia Ortodoxa es una sección del KGB”.

El fin de semana último, el diario “El País”, de Madrid, publicó la versión completa de la canción cantada por las “Pussy Riot” y ofreció una traducción de ella. El estribillo dice: “Madre de Dios, virgen, líbranos de Putin, líbranos de Putin, líbranos de Putin”. En otro momento dice: “El líder del KGB es vuestra más alta santidad. / Encierra en prisión a los manifestantes. / Para no disgustar a los santos las mujeres deben parir y amar”. Luego insiste: “Madre de Dios, virgen, hazte feminista, hazte feminista, hazte feminista” y concluye con “La virgen María está con nosotros en las protestas. / Madre de Dios, virgen, líbranos de Putin, líbranos de Putin, líbranos de Putin”.

Es claro y transparente: Putin está decidido a acallar toda voz en disidencia. Su gobierno ha estado jalonado de actitudes despóticas y personalistas, implicado muchas veces en hechos delictivos sin aclarar, como el asesinato de la periodista disidente Ana Politkóvskaya en la puerta de su casa en Moscú, o el envenenamiento con una sustancia radiactiva (polonio) del exagente secreto ruso Litvinenko. Nadie está autorizado a decir nada contrario a Putin. Menos rogar a la madre de Dios que salve al pueblo ruso de Putin. Y el que no quiera entrar en el molde, para ellos está el KGB.

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