“El Medio Oriente no es para los débiles”

Con el concepto de que “el fuerte prevalece” o que el “Medio Oriente no es para débiles”, Benny Gantz, un exmilitar de 59 años, quien ha participado de todas las operaciones militares de los últimos 40 años en Israel, surge como la figura capaz de frenar las aspiraciones de un histórico cuarto mandato consecutivo del actual primer ministro Benjamín Netanyahu en las próximas elecciones del 9 de abril.

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Claro que eso ocurriría si antes no prosperasen las acusaciones por tres casos de corrupción en contra de Netanyahu.

Si “Bibi”, como es conocido popularmente Netanyahu, es considerado la cabeza del ala radical del Likud, el tradicional partido de derecha; Gantz, fundador del nuevo partido Israel Resilence y excomandante de las Fuerzas de Defensa de Israel, obtiene más fama como militar que como político.

En la manera en la que se van desarrollando los eventos políticos, sociales y militares en los últimos meses, las expectativas de una paz cuando menos estable en la región, pueden considerarse como utópicas y por tanto es muy difícil sustraerse al rol geopolítico de los integrantes de este conflictivo vecindario, aun cuando se trate de elecciones adelantadas en la considerada única democracia del Medio Oriente.

El gobierno de Saad Hariri en el Líbano ha cedido, tras nueve meses de constante asedio político, a las pretensiones de Hassam Nasrallah, líder del grupo terrorista y partido político Hezbollah, entregando cargos claves a los partidarios de este movimiento chiita libanés, el más acérrimo aliado de Irán y a la vez su principal soporte operativo en Siria a favor del dictador Assad.

Por su parte, Irán acelera sus planes de controlar Siria, establecerse definitivamente en el Líbano y subir el tono de agresión hacia Israel antes que su economía colapse definitivamente tras la salida de EE.UU. del Acuerdo Nuclear que oxigenaba a un país volcado hacia una carrera armamentista.

La Autoridad Palestina, quien administra el cada vez más fragmentado territorio de Cisjordania, se encuentra gravemente debilitada por peleas al interior de su estructura política, que han forzado renuncias de elementos claves en la administración de Mahmoud Abbas, el anciano líder palestino.

Hábilmente, quizás aguardando el plan de paz de Donald Trump antes de las elecciones del 9 de abril, Gantz no ha mencionado entre sus propuestas el problema con los palestinos en Cisjordania, pero sí ha dejado bien claro que apoya el fortalecimiento y desarrollo de los asentamientos judíos en el disputado territorio, así como el aumento de la capacidad militar de las Fuerzas de Defensa de Israel y el definitivo establecimiento de Jerusalén como capital indivisible del país.

De cualquier manera, queda claro para todos en Israel, que el verdadero enemigo se mueve dentro de Siria, tiene sus tentáculos en el Líbano y cuenta con un irregular y poco fiable apoyo ruso. Una guerra directa con Irán es inevitable, incluso muchos analistas consideran que ese conflicto ya está en marcha al menos dentro del territorio sirio y los resultados de las elecciones podrían ser consecuencia directa de la manera en que el gobierno actual administre la situación.

Aunque Netanyahu utilice el descubrimiento y destrucción de túneles de Hezbollah en la frontera con el Líbano para mejorar su imagen, aún se percibe la decepción por la manera diplomática en la que actuó contra Hamas, tras el reciente ataque con casi 500 cohetes lanzados al sur y centro del país, por el grupo islamista que controla la Franja de Gaza, un enclave palestino ubicado entre Egipto, Israel y el Mar Mediterráneo y que fue el factor que motivó el adelanto de las elecciones.

La peculiar manera de conformar el gobierno en Israel permite la presencia de ganadores y perdedores en la composición final del mismo, por lo que las alianzas son fundamentales para lograr los necesarios 61 votos de los 120 que componen la Knésset, el Parlamento hebreo.

Una vez logrado como mínimo 61 votos, el líder del partido más votado de la coalición es elegido como Primer Ministro y es allí donde Netanyahu aventaja a todos sus rivales.

Los atomizados partidos políticos, varios de los cuales responden a las fuertes comunidades religiosas ortodoxas y ultraortodoxas, son fundamentales para lograr la cantidad necesaria para conformar el gobierno y quizás ese factor religioso le reste fuerza a Benny Gantz, pues hoy en Israel las relaciones entre la milicia y los religiosos no son precisamente cordiales, desde que exigieron a estos últimos participar también del servicio militar obligatorio de tres años para los hombres y dos para las mujeres.

Pero una jugada de Irán y sus grupos satélites de la región en las próximas semanas, ya sea de manera directa, quizás desde Siria o desde el Líbano, podrían volcar las preferencias de los electores israelíes hacia un líder mucho más militarista y de mano dura que Netanyahu.

juan.dossantos@abc.com.py

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