Fue en el año 2010 y el hombre, conocido popularmente como el payaso Tiririca, se convirtió así en uno de los congresistas más votados en toda la historia política brasileña.
El fenómeno mereció muchos análisis, sobre todo porque desarrolló una campaña atípica en la que por ejemplo le decía en un spot a los electores: “¿Qué es lo que hace un diputado federal? En realidad no sé, pero votá por mí que yo te cuento”.
Sus votos, según la mayoría de los analistas, fueron un claro mensaje de hartazgo hacia el establishment político.
El mismo hartazgo que como fenómeno capitalizó el polémico millonario Donald Trump en los Estados Unidos.
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En nuestro caso, una de las preguntas más abiertas de las próximas elecciones, es cómo quedará compuesto el Congreso Nacional, en donde se disputa la representación popular.
Demasiados candidatos extorsionadores ofrecidos desde la política tradicional y el vaciamiento orgánico de los partidos políticos centenarios, alientan a ciudadanos que no se involucraban políticamente, a presentar sus candidaturas.
La oferta legislativa es bastante amplia, entre los nuevos candidatos hay exjueces (Brítez de Buzó, Rolón Luna), exfiscales (Vallejo, Fúster) exfutbolistas (Rogelio Delgado), dirigentes indígenas (Gerónimo Ayala), gremialistas de la salud (María Concepción Chávez, Lilio Irala), activistas ciudadanos (Daniel Vargas), humoristas (Tito Ibarrola), cantantes (Jorge Castro) y también miembros de la farándula (Mili Brítez, Nadia Portillo, Ayesa Frutos).
Para quienes se quejan de la farandulización de la política y de la osadía de muchos candidatos que jamás se involucraron siquiera en alguna pollada vecinal, hay que recordarles que esta está alentada y promovida desde la misma política tradicional, por el descreimiento y desencanto que muchos políticos generaron en la ciudadanía.
Algo que entendió muy bien el propio presidente Cartes, quien se encargó de buscar a un animador pionero para candidatarlo a gobernador del departamento Central, y que ante la renuncia de este a su ofrecimiento, buscó a un número dos.
El próximo Congreso nos va a decir, cuánto de este hartazgo hacia la política tradicional se está incubando en quienes deciden ir a votar.
Un Congreso que si bien encarna el espíritu de la representación popular, aún paradójicamente no permite el desbloqueo de las listas ni la posibilidad de revocatoria de mandato de alguno de sus integrantes, temas que indudablemente deben ser discutidos e incorporados a nuestro sistema democrático.
Tan intocable fue todo hasta este momento, que ni siquiera se preocuparon en reglamentar la posibilidad de pérdida de investidura de un parlamentario, que está establecida constitucionalmente.
Y volviendo a Tiririca, fue caracterizado como uno de los diputados más productivos, algo que en el 2014 le valió su reelección con más de un millón de votos.
En diciembre pasado anunció que se retiraba de la vida política, derrotado por el sistema y decepcionado de muchos de sus compañeros a quienes acusó de haberle ofrecido sobornos para aprobar proyectos de ley.
Quizás le hubiese servido recordar el pensamiento del expresidente francés Charles de Gaulle, quien sostenía con ironía que había llegado a la conclusión de que la política era demasiado seria como para dejarla en manos de los políticos.
guille@abc.com.py