El sunami cultural

Cuando la cultura de un pueblo entra en crisis, el pueblo pierde cohesión y empieza la turbación de su identidad y de su unidad. El aislamiento y la incomunicación de los pueblos en tiempos remotos favorecían que cada pueblo mantuviera y desarrollara su propia cultura, pero la progresiva apertura o ruptura de fronteras ha ido enriqueciendo con el intercambio la cultura de todos.

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La situación actual es muy diversa. La irrestricta facilidad de comunicación con todos los medios de comunicación verbal (con palabras) e icónica (con imagen) en la mano de cada uno, pulsando un celular, genera la transferencia cultural indiscriminada, invasiva ininterrumpida, cruda, que poco a poco confronta y debilita la cultura de los receptores. Van cambiando los puntos de vista y la visión del mundo, las actitudes, los criterios, los juicios de valor y los valores. Entramos fácilmente en la pendiente de la relatividad.

Los espectaculares descubrimientos científicos de cada día cuestionan la validez de conocimientos poseídos, que son descartados por deficientes o errados. La creación y multiplicación de nuevas tecnologías inciden en las costumbres, cambiándolas o por modos muy distintos de realzarlas o por sustitución o eliminación definitivas.

La cultura del trabajo está siendo constante y gravemente alterada y el pronóstico para el futuro próximo y lejano es estremecedor. Ya tenemos las muestras y primeras ventas de coches eléctricos y de coches sin chofer, ya está Noruega ultimando la producción de la primera flota de aviones eléctricos, ya tiene Japón robots para el servicio doméstico, etc., ¿en qué formas de trabajo y a cuántos millones de personas les afectarán directa e indirectamente estos cambios en el mundo y la cultura del trabajo? Y estos cambios no son los únicos ni los más importantes.

La inteligencia artificial ya nos ahorra esfuerzos de cálculo con las calculadoras digitales, esfuerzos de memoria con internet, los discos duros y la nube. Cada día compraremos menos planos o mapas urbanos y mapas de rutas, porque el gps te orienta mucho mejor, con mucha más información que tu inteligencia espacial.

En unos muy pocos años los vientos huracanados de los inventos tecnológicos, los descubrimientos científicos, los promiscuos intercambios globalizados, han desencadenado un devastador sunami cultural sobre las culturas autóctonas. Y así se explica la apasionada reacción de la mayoría de los pueblos por salvar al menos algunas tradiciones y costumbres que mantengan por el hilo de esas muestras, algún vínculo con su historia y su identidad.

Los especialistas han sido capaces de elaborar infinidad de definiciones de cultura, pero para entendernos nos basta tomar una definición sencilla: “Conjunto de conocimientos, ideas, valores, tradiciones y costumbres que caracterizan a un pueblo”.

Repasando esta y cualquier otra definición de cultura, nos damos cuenta de que el sunami amenaza con su violencia a todos los componentes que constituyen la cultura de un pueblo. Y ante estos hechos la pregunta ineludible es: ¿Cuál es la política o cuáles son las políticas culturales de nuestro gobierno ante la crisis sunámica de nuestras culturas paraguayas?

No es el Presidente de Gobierno de quien esperamos la respuesta, porque se trata de un tema de especialidad, pero sí deben tener respuesta los responsables de la Secretaría Nacional de Cultura, la Secretaría de Políticas Lingüísticas y el Ministerio de Educación y Ciencias. Sin respuestas, estamos indefensos y desorientados ante el devastador sunami cultural, que está minando las bases sobre las que se construye la identidad y la unidad de todo pueblo.

Tal vez si el MEC y las dos Secretarías Nacionales citadas trabajan coordinadamente logren defendernos de la violencia del sunami.

jmonterotirado@gmail.com

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