El terrorismo político en Paraguay

Necesitamos estar conscientes del mundo actual en que vivimos y de los peligros y amenazas que representa el terrorismo en sí, y más todavía si se asocia al narcotráfico en el Paraguay.

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El terrorismo es la peor forma de violencia premeditada, ejecutada, o con amenazas de ser ejecutadas por grupos clandestinos, cuya motivación es política. Es la práctica más despreciable de actos criminales contra gente no-combatiente y es utilizada a menudo como símbolo para influenciar a una audiencia, mucho más allá de las víctimas inmediatas.

Por otro lado, el tráfico ilegal de drogas (narcotráfico) es un mercado negro global, dedicado al cultivo, manufactura, distribución y venta de drogas ilícitas. Los países que producen y por donde transitan estas drogas son los más perjudicados, social y económicamente por este negocio. Basta citar a Honduras, por donde pasa el 75% de la cocaína que ingresa a Estados Unidos y tiene el más alto porcentaje de asesinatos en el mundo.

Para entender el terrorismo político en el Paraguay, es necesario recordar que el final de la guerra fría había marcado el término de 60 años de lucha titánica contra el fascismo, el comunismo y el marxismo en el mundo. Cuando cayó el muro de Berlín a fines de 1989 y se arrió la bandera de la Unión Soviética para la Navidad de 1991, muchos creyeron que la historia de las luchas ideológicas había llegado a su fin y que el capitalismo se expandiría por el mundo sin oposición alguna. Sin embargo, estaban equivocados en su apreciación; tal como lo comprobaríamos más tarde.

El capitalismo, una vez mundializado en la década de los 90, creó gran expectativa, pero desafortunadamente produjo dificultades sociales, que fueron en aumento con el correr de los años, debido a la serie de deficiencias en la distribución desproporcionada de los beneficios. La insatisfacción de muchos fue convirtiéndose en un excelente caldo de cultivo para la aparición en el Paraguay de un tipo de terrorismo político llamado Social Revolucionario o terrorismo de izquierda; con la autodenominación de EPP (Ejército del Pueblo Paraguayo).

En el presente, este grupo radicalizado busca el derrumbamiento del capitalismo mundializado y del ordenamiento social vigente en el país. Sus raíces ideológicas están basadas en los movimientos anarquistas de fines del siglo XIX y comienzos del siglo XX.

Es importante comprender (tal como lo expresó Lenin en aquel tiempo) que: “el propósito del terrorismo es aterrorizar”. Por eso, las acciones de terrorismo político perpetradas por el EPP, estén o no asociadas al narcotráfico, deben ser consideradas antes que nada como una guerra psicológica, para cuyo éxito necesitan contar con los medios de comunicación. Sin estos medios, actualmente no existe terrorismo político efectivo. Debemos entender que los crímenes brutales realizados por el EPP están destinados a influenciar en la población paraguaya y sus gobernantes. El quitar vidas humanas como lo hicieron hace unos pocos días, con tiros certeros a la cabeza como “ajusticiamientos”, constituye el peor crimen contra los derechos humanos, pero en el fondo, es un método utilizado para aterrorizar a la población. El propósito, además de amedrentar a la población, es debilitar y destruir al mismo Estado paraguayo.

Estos actos han sacudido al Paraguay de su etapa de la inocencia, donde se creía que la libertad y la democracia prevalecerían siempre y serían suficientes para vivir en paz, sin que nadie se opusiera. Pero con la aparición de esta organización terrorista, radicalizada ideológicamente, se despertó a la realidad de que las luchas ideológicas no habían terminado en el mundo como muchos pensaron.

Ahora el Paraguay tiene a un enemigo mucho más formidable que aparece como sucesor ideológico del fascismo, el comunismo y el marxismo. La diferencia está en que es mucho más implacable y tiene un profundo convencimiento y decisión para destruir a quienes se opongan a sus propósitos. Pero por sobre todas las cosas, no actúa racionalmente, vive para matar o morir y no le importa para nada la autopreservación; lo que demuestra un total desprecio y desapego a la vida. Por eso no será fácil combatirlos; y menos todavía si se asocian al narcotráfico. Desde luego, es más fácil combatir a un enemigo con cierta racionalidad y con deseos de autopreservarse. Lo único en que se equivocaron fue en la reacción del pueblo paraguayo, el Estado paraguayo, y su presente gobierno; quienes ahora están absolutamente decididos a no someterse al terrorismo y al narcotráfico. Para ese propósito, ya ha iniciado la modificación de leyes y estrategias, de manera a dar una mejor respuesta para la defensa contra quienes han amenazado y declarado la guerra al Estado paraguayo.

Bien sabemos que los recursos tecnológicos y económicos no serán suficientes para enfrentar a este enemigo si el Estado paraguayo y el Gobierno no cuentan con una población que les apoya y con unas Fuerzas Armadas profundamente convencidas e incorruptibles para defender a la patria ante esta terrible amenaza.

(*) Médico especialista diplomado del Consejo Americano de Psiquiatría y Neurología.

victor2343@gmail.com

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