El vigente socialismo en Venezuela

La tragedia que hoy padece el pueblo venezolano debido al humillante y deleznable sistema político-económico que se traduce en escasez económica y violaciones a los derechos humanos no es un simple accidente de la política o de la misma historia.

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Es la consecuencia de una idea que pese a sus reiterados fracasos aún persiste y que es preciso repasar cuantas veces sea necesario para conocer sus fundamentos.

Esa línea de pensamiento está ahí para aparecer y aplicarse toda vez que no se aprenda la lección más importante del último siglo: el socialismo, además de un error intelectual —como acertadamente decían Mises y Hayek—, también es una idea seductora cuyo propósito es destruir los cimientos de la sociedad libre.

El “socialismo del siglo XXI”, nombre al que apeló la revolución bolivariana de Hugo Chávez, estaba llamado a convertirse en el verdugo de su pueblo.

Los diferentes rótulos con los que se identifica la ideología colectivista poco importan si se toma en cuenta el sustrato filosófico del cual parten las ideas, en este caso específico, lo que Marx y Engels pregonaban en su “Manifiesto Comunista”. 

Propone el Manifiesto: “Poner en manos del Estado todos los instrumentos de producción e instaurar la dictadura del proletariado, que se erigirá en clase dominante y hará desaparecer a la burguesía”. 

La estrategia utilizada para llevar a cabo este desiderátum fue aplicada de diversas maneras. Desde un comienzo, Marx y Engels se percataron de que las tácticas graduales eran insuficientes, y pronto respaldaron el derrocamiento violento del sistema “liberal capitalista”, para terminar con los “explotadores” y establecer lo que denominaron la dictadura del proletariado, siendo Lenín el más aventajado discípulo.

Fue así que se puso en marcha el más grande experimento social que la humanidad conozca, iniciado en 1917 con el triunfo del comunismo en Rusia, que duró setenta y dos años, hasta que cayó con el Muro de Berlín en 1989.

La primera medida consistió en ese entonces en llevar a cabo masivas expropiaciones para terminar con la propiedad privada, y como, desde luego, también lo hicieron Castro y Chávez.

Lo que al comienzo parecen inocentes y hasta beneficiosas medidas de políticas públicas para congraciarse con las masas, en los hechos, la afectación a la propiedad es la pérdida de la misma libertad, de modo que el ciudadano que desea trabajar en paz y progresar luego se encuentre dependiente de las decisiones de quienes ostentan el poder de turno.

Luego de su caída, el socialismo siguió mutando, al punto que muchos que se hacen llamar demócratas utilizan el vocabulario colectivista, ya sea para afectar la propiedad o para acallar la libertad, especialmente de expresión y de prensa.

El pueblo venezolano se enfrenta en estos momentos a una idea puesta en práctica, y de cuyo resultado es preciso tomar nota porque muchos, como también en Paraguay, creen en el ideario programa del socialismo y les encantaría ser parte de su revolución.

(*) Decano de Currículum UniNorte. Miembro del Instituto de Desarrollo del Pensamiento Patria Soñada. Autor de los libros “Gobierno, justicia y libre mercado” y “Cartas sobre el liberalismo” .

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