Elecciones y futuro del Partido Colorado

En estos tiempos de carencia de liderazgos y candidatos inventados con base en estudios de marketing, serán claves para el triunfo en la elección del Partido Colorado las “estrategias” o artimañas que se desplieguen antes, durante y hasta después de la votación.

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La elección no la ganarán candidatos de carisma inexistente. Entrarán a tallar cuestiones como la estructura, los operadores, el aprovechamiento de la mala imagen del rival, la compra de votos o la habilidad para hacer trampas.

El cartismo apuesta sus fichas para la disputa interna en la nómina de dirigentes regionales, presidentes de seccional y funcionarios públicos junto a sus familiares y amigos para sumar todo ese respaldo y concluir que tendrán una holgada victoria el 17 de diciembre.

Sin embargo, las matemáticas aplicadas a la política de esta manera no suelen ser exactas.

En tanto, la disidencia, representada por Colorado Añetete, apela más que nada en la interna al voto anti-Cartes, presentándose como alternativa. Apuntan al sentido de pertenencia partidaria basados en el hecho de que el rival, Santiago Peña, es un neo-colorado, para peor, proveniente del partido que es el antagonista político histórico de la ANR.

En cuanto a propuestas de gobierno, ninguno es novedoso ni anuncia medidas que puedan significar cambios radicales en el país.

Santiago Peña plantea seguir con el mismo “modelo” político-económico y profundizarlo, lo cual, por lo que se ve, puede entenderse como que se harán más obras de infraestructura financiadas con deuda pública, préstamos internacionales y bonos soberanos, más reparto de ayuda económica a familias en la extrema pobreza con los planes sociales que, a juzgar por los resultados, es un paliativo que no cambia casi nada.

No es un dato menor que durante esta administración aumentaron los crímenes mafiosos en Paraguay, con ejecuciones a cargo de sicarios en plena calle, más secuestros extorsivos y “daños colaterales” como la muerte del joven Rodrigo Quintana en el local del PLRA y de una niña de tres años baleada por la Senad. Estos episodios, cualquiera sea el rótulo que se les ponga para disfrazarlos, constituyen terrorismo y negligencia criminal de Estado y son responsabilidad directa de quien está al frente de la administración del país.

Mario Abdo Benítez no da la impresión de que, en caso de llegar al poder, hará algo muy distinto a lo que hay. Dice que dejará de lado a los gerentes del grupo Cartes que manejan todo ahora, para darles lugar a “auténticos colorados”. Apunta sobre todo a atacar los negocios del presidente, basados en el contrabando de los cigarrillos que fabrica y propone una suerte de moralización en la administración pública a la que cuesta darle credibilidad si tenemos en cuenta que en su equipo hay unos cuantos viejos conocidos con sus respectivos antecedentes.

Cuando Abdo Benítez dice que marcará las pautas porque es “el líder” remite a aquel dicho que dice: “dime con quien andas... etc”. Es significativo que las críticas del candidato disidente se centren en cuestiones económicas. No afirma, por ejemplo, que, en su condición del líder que dice ser, exigirá la investigación profunda de los crímenes de lesa humanidad que ocurrieron en este Gobierno.

Más aún, da a entender que su estrategia para combatir al fantasmal Ejército del Pueblo Paraguayo será dar manos libres e impunidad a los miembros de la FTC para que puedan aplicar mano dura. En boca de alguien que nunca ha condenado con claridad todo lo que ocurrió durante la dictadura stronista, en la que su padre fue actor importante, eso suena muy peligroso.

Más allá de la elección interna o a pesar de lo que surja de ella, los colorados deberían tal vez comenzar a pensar en una renovación de su partido, dejando de lado a quienes solo pretenden utilizar sus votos para sus propios intereses.

mcaceres@abc.com.py

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