Electorado visto como ganado

Santiago Peña y Hugo Javier, postulantes del cartismo a presidente y gobernador del departamento Central, respectivamente, tienen en común ser figuras inesperadas surgidas del antojo del presidente Horacio Cartes. Adrede o inconscientemente representan la opinión del Mandatario y su equipo sobre los colorados en particular y el electorado paraguayo en general.

Cargando...

Cuando Cartes eligió a Peña, este llevaba seis meses de haberse afiliado al Partido Colorado. Antes, fue 20 años afiliado al PLRA. Su designación como “delfín” por el Presidente fue, por expresar lo menos, desafiante y reveladora. Fue como decirles a los colorados que ningún afiliado del partido era apto para continuar el proyecto político del Presidente.

Previo a su designación, Peña era más o menos irrelevante en el Gabinete presidencial al que ingresó de suplente cuando el titular, Germán Rojas, renunció. Solo llamaba la atención su juventud, su presunta buena formación y el hecho de no hablar mucho, lo cual habitualmente se toma como signo de cierta inteligencia.

El oficialismo pretendió presentarlo después como un joven brillante, un arquitecto de todas las “políticas exitosas” del gobierno y una suerte de todólogo que sabe cómo solucionar los problemas consuetudinarios de nuestro país.

Muchos colorados oficialistas, como Tiki Cubas, manifestaron abiertamente, al principio, sus dudas sobre la viabilidad de “venderle” semejante candidato al electorado republicano: un joven del PLRA, sin militancia ni contacto con las bases, sin carrera política, sin conocimiento del lenguaje popular y que descubrió su vocación político-partidaria luego que amenazaran con echarlo del cargo por ser afiliado liberal y que se reafirmó en sus “convicciones” cuando le regalaron la posibilidad de ser presidente de la República.

La candidatura de Hugo Javier resulta en muchos aspectos más insólita que la de Peña. Su designación a gobernador de Central llegó tras un frustrado intento de postular a otro animador y locutor más conocido, Rubén Rodríguez, que en principio aceptó ser candidato (previo arreglo con Cartes de un sueldo y prima millonarios) para luego desistir, por temor a un escandalete familiar que se le venía encima.

Así, Hugo Javier (a quien premonitoriamente se lo conoce en el mundo del espectáculo cachaqueril como “el número 2”) llegó como segundón u opción B para la candidatura.

Más allá de ser afiliado al Partido colorado (lo cual, antes de ser candidato, sabían él y su círculo familiar y amigos), carecía de cualquier antecedente de militancia partidaria y, mucho menos, de haber administrado alguna institución pública, ni siquiera de segundo rango.

Poner a alguien así de candidato fue decirles a los electores colorados de Central que los consideraba superficiales, desinformados y capaces de votar a cualquiera, solamente por el hecho de ser conocido en el mundo de la farándula.

Peña como candidato a presidente y Hugo Javier para gobernador, normalmente, no tendrían casi votos en el Partido Colorado, a no ser porque existe lo que llaman “aparato” entendido como maquinaria electoral que guía a una masa amorfa, fanatizada o arreada a votar por el candidato que le indique el operador político del barrio o asentamiento.

Si eso les alcanzará para ser después candidatos oficiales y competir en abril de 2018, es algo que sabremos el próximo 17 de diciembre, si es que todo continúa y termina como debe ser, a la noche de ese día.

mcaceres@abc.com.py

Enlance copiado
Content ...
Cargando...Cargando ...