Eligio Ayala, los menonitas y el EPP

Pocas cosas pueden ser tan lamentables para la imagen del país, dijo con razón el senador Arnoldo Wiens, como lo que está sucediendo con una comunidad de menonitas a la que pertenece la familia del hoy secuestrado Franz Wiebe. Además de lamentable resulta un contrasentido y hasta llamativo que en un país pequeño como el nuestro, cuyo Estado es capaz de gastar millones de dólares en mantener oficinas inservibles burocráticas, se deje de lado el uso de tecnología de punta para capturar a los criminales autodenominados Ejército del Pueblo Paraguayo (EPP), que, por cierto, nada tienen de patriotas por cuanto que, además de secuestrar, amedrentan y asesinan a sus mismos compatriotas, personas inocentes, para así hacer valer su ideario de miseria, violencia y perdición.

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Resulta igualmente humillante que a toda una comunidad de trabajadores emprendedores que tanto bien hacen por el país, de manera pacífica y sin perjudicar a los demás, se la vea repartiendo víveres a cambio de liberar al joven Franz de 17 años.

Los menonitas son un grupo religioso que desde su concepción en el siglo XV sufrieron la persecución y el destierro. Fue la Revolución Comunista de 1917 la que con saña se encargó de destruir sus colonias hasta hacer morir de hambre a miles de ellos por el solo hecho de practicar sus ideas filosóficas y religiosas basadas en las escrituras bíblicas de ganarse el pan con el sudor de la frente y de no dañar a otros.

El movimiento migratorio de los menonitas desplazados por la intolerancia hizo que buscaran su “tierra prometida”, lugares muy lejos con climas diferentes de los que venían. Y fue Paraguay la tierra prometida. Cuando el presidente Eligio Ayala se arriesga por la colonización del país con la puesta en marcha de la Ley 514 de 1921, conocida como la Ley de los Menonitas de Manuel Gondra, se inicia el desembarco del primer contingente de colonos en 1926 y 1927.

La contribución menonita al Paraguay ha sido pletórica en beneficios inconmensurables, tanto para la economía como para la imagen de un país abierto y seguro para el mundo. Esa fue la apuesta del gran presidente Eligio Ayala cuando dijo al recibirlos: “Es la vanguardia de un formidable ejército que viene a reforzar nuestro acervo; ejército pacífico que enarbola el arado como arma... no vienen a pedir, vienen a dar. Con el alma empapada de fe y la mente fulgurante, traen puñados de semillas en dación. El Chaco se les extiende como un cálido regazo y el Paraguay de pie les da la bienvenida, de todo corazón”.

Las inspiradoras palabras de Eligio Ayala reposaban en la confianza puesta en los menonitas, pues estaba persuadido de la gran contribución que harían, y no se equivocó. Los menonitas cumplieron.

Si los actuales gobernantes del Estado paraguayo tuvieran un ápice del patriotismo, la honestidad y el carácter que enarbolaba Eligio, jamás hubieran permitido que a los pacíficos emprendedores menonitas que tanto necesita el Paraguay se los vea desamparados repartiendo víveres para lograr la vuelta de uno de los suyos secuestrado.

(*) Decano de Currículum de UniNorte. Autor de los libros “Gobierno, justicia y libre mercado” y “Cartas sobre el liberalismo”.

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