España y sus votaciones

España votó el pasado domingo 28 y, como es estilo, sorprendió y confundió. Y, por si no bastara, es seguro que contribuirá a embarullar más el panorama de las elecciones municipales, autonómicas y de diputados al Parlamento Europeo del próximo 26 de mayo, cuya compaña comienza ahora, mientras se sucederán las gestiones para conformar el nuevo gobierno.

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España sigue tan contradictoria; no está claro si son los españoles en general o el problema es más de sus dirigentes políticos y sus analistas e intérpretes locales.

Ganó el PSOE y los populares sufrieron su mayor derrota: 123 y 66 diputados respectivamente. Sin embargo, el cuadro parlamentario se parece mucho al emergente de las últimas elecciones de junio del 2016, convocadas para poder formar un gobierno y salir del pantano resultante de las elecciones de diciembre de 2015. Así de simple.

En junio del 16 ganó el PP de Mariano Rajoy (137 diputados) y fue la mayor derrota sufrida por los socialistas conducidos por el hoy victorioso Pedro Sánchez (85 diputados). Los intérpretes y analistas culparon a este, al que se consideró acabado y se dudó de la futura existencia del PSOE. Lo mismo sucedió ahora respecto a Pablo Casado y la suerte del PP.

A nadie se le ocurrió que podría repetirse la historia máxime cuando no le va a ser fácil gobernar a Sánchez, que deberá considerar muchos maridajes para conseguir mayorías. Para este ya no se trata de un gobierno transitorio y no alcanza con algunos golpes de efecto como el traslado de los restos de Franco y de demorar los separatismos con el recurso del diálogo. Este tema, por ejemplo, se complicará y más con los separatistas fortalecidos por la instancia electoral. Y hay otros, como los datos últimos del desempleo, que comenzó a crecer.

Este Congreso está más dividido que el anterior en que habían cuatro grandes grupos: PSOE, PP, Ciudadanos y Podemos-Izquierda Unida. Ahora se sumó un quinto jugador, VOX, una derecha más radical a la que parecería que no la asusta meterle diente a los tabúes establecido por lo “políticamente correcto”.

VOX solo obtuvo 24 diputados, que no es tanto en 350. Pero antes no tenía ninguno, y, además, llama la atención cómo preocupan esas nuevas 24 voces a analistas y partidos. Tanto que uno diría que los lleva a sostener tesis hasta tontas en “tertulias“, en las que se parlotea tanto, y a hablar de la caída de VOX (¿qué caída si no tenía ni uno y ahora tiene 24 diputados?) o de que no fue tan fuerte el golpe para Podemos (¿cómo, perdieron 29 diputados y pasaron de 71 a 42?). En ambos casos los comparan con lo que decían las encuestas que le daban 32 diputados a VOX y señalaba una mayor caída de Podemos, porcentajes que según la gente de la derecha eran “dibujados” expresamente para, por un lado, asustar (con la derecha extrema y la vuelta del franquismo) y, por el otro, motivar a los simpatizantes de Podemos. De cualquier forma las encuestas no se equivocaron tanto puesto que VOX obtuvo 2.677.173 votos, que en un sistema de jurisdicción nacional y no tan “complicado” como el español le hubieran correspondido 37 diputados.

No obstante todo ello, el pasado domingo hubo un mensaje bastante claro de los electores. Pese a la arremetida de los grupos radicales como VOX o los independentistas en Cataluña y el País Vasco, la mayoría señaló el camino del centro: centroizquierda del PSOE de Pedro Sánchez y el centroderecha de Ciudadanos de Albert Rivera. Estos últimos crecieron en 25 diputados –pasaron de 32 a 57–. Socialistas y ciudadanos, entonces, sumarían 180 diputados, lo que les permitiría gobernar y dedicarse “a las cosas” como diría Ortega. Ello, sin embargo, parece improbable: Sánchez y Rivera de hecho resultan los líderes más antagónicos. Son competencia. “Niños lindos”, jóvenes triunfadores que, sin perjuicios de sus logros, se sobrevaloran. Sánchez cumplirá con el protocolo de hablar con Rivera, pero no quiere mucho cederle una porción de gobierno.

Rivera, a su vez, se siente el dueño de la oposición –en la que Casado y el PP son mayoría– y considera que su papel es liderarla en el próximo periodo. No estaría dispuesto ir de segundo de Sánchez. Son bastante parecidos y, como que ambos se la creen en demasía, eso es malo para “pactos” y alianzas de gobierno.

Decididamente, algo que parece fácil los españoles lo complican. Habrá que ver, en definitiva, hasta cuándo son útiles estos mandatos del domingo 28. Ya van tres elecciones generales en 40 meses.

daf@adinet.com.py

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