Esperanza frustrada

El pueblo paraguayo abrigaba la esperanza, consumada la autocracia o régimen arbitrario sin límites, en una obstinada defensa de los intereses nacionales en Itaipú y en Yacyretá.

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Para desdicha de la nación, los gobernantes electos democráticamente no demostraron los bríos de Cerro Corá y del Chaco Boreal. En vez de una tenaz defensa de los intereses nacionales, vulnerados en los emprendimientos hidroeléctricos binacionales, hicieron suficientes méritos para hacer de Paraguay rehén geopolítico de sus ocasionales socios. 

Durante las campañas proselitistas, todos los gobernantes que accedieron en el poder después de la dictadura, excepto los presidentes Lugo y Franco, simulaban gestiones enérgicas para reivindicar Itaipú y Yacyretá. 

Sus palabras, hasta ahora, no se corresponden con la acción. 

La camarilla, que al asumir cada presidente lleva consigo, lo primero que hace es ubicarse en las empresas binacionales para medrar a costa de su país. Con la misma voracidad que sus predecesores, no les asiste ánimo alguno para reducir las escandalosas asimetrías que ahí campean. Los dueños del poder escogen una política exterior bilateral dócil que claudica ante la más leve insinuación de la diplomacia de Brasil y de Argentina. 

Es imposible conciliar con el costo social -más mortandad infantil, más analfabetismo, menos nutrición, más desamparo- las trasferencias y pagos de Itaipú al Estado paraguayo y a la Administración Nacional de Electricidad entre 1989 y 2016 y los pagos a Paraguay hacen un promedio anual de US$ 327.063.910. 

Todo ello, a cambio del Salto del Guairá, el bosque atlántico, la fauna y la expulsión de 36 comunidades guaraníes. Un ecocidio o destrucción masiva incuantificable por su magnitud. 

Respecto al Salto del Guairá, la Sala de Prensa de la Itaipú Binacional informaba el 21 de marzo de 2017: 

“Se había perdido una maravilla, para dar nacimiento a otra, que significa importantes ingresos para el país y que, gracias a la referida ley, ha beneficiado al departamento afectado con G. 212.606.120.2785 (US$ 38.269.101) distribuidas en las ciudades del Salto del Guairá, Corpus Christi, Curuguaty, Yasy Cañy, Ygatimí, Itanará, Ypejhú, Gral. Francisco Caballero, Katueté, La Paloma, Nueva Esperanza, Ybyrarobaná e Yby Pytá”. 

Más adelante señalaba, “Con esos fondos, que fueron previstos por la referida Ley 5.404, Saltos del Guairá también tendrá costanera, que, conjuntamente con la playa que se formará, se convertirá en un polo de atracción turística, que dará muchos beneficios a la ciudad”. 

El discurso de Itaipú no se compadece de la realidad y no mitiga el daño causado al Paraguay. Es parte de la formidable campaña que permea todo el espectro estatal, al periodismo y a las universidades. 

El célebre economista Jeffrey Sachs advertía, que solo el año 2012, Paraguay dejaba de percibir en royalties y compensación US$ 748.510.000. La cifra, para el 2018, representa US$ 4.488 millones y no serían necesarios lo bonos soberanos. 

Miguel Carter, en su exposición en la Escuelita patriótica, afirmaba que entre 1985 y 2016 la cesión de energía paraguaya al Brasil cuesta en promedio (mayorista, largo plazo, consumo industrial, barriles de petróleo, consumo residencial) US$ 57.700.000.000. 

Sin embargo el ecocidio generado por Itaipú, al servicio de Brasil, solo es comparable con el holocausto sufrido por el pueblo paraguayo por la Triple Alianza, una coalición que no pudo desaparecer Paraguay.

juanantoniopozzo@gmail.com

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