Está bien pero está mal

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SALAMANCA. En los sondeos que se publican en nuestra edición digital me gustaría poner uno para conocer la opinión de la gente sobre si está bien o está mal que los familiares (esposa, hijas y otros parientes cercanos) del ganadero Félix Urbieta Ramírez, secuestrado por el grupo criminal Ejército del Pueblo Paraguayo (EPP) el pasado 12 de octubre, hayan recurrido al delincuente Jarvis Chimenes Pavão para pedirle ayuda y lograr que regrese a su casa. Pondría la pregunta y abajo las posibilidades a elegir por los lectores: “Me parece bien” y “Me parece mal”. Ante esta disyuntiva debo confesar que yo no dudaría un segundo en marcar ambas casillas, pues me parecen que está bien y que está mal, al mismo tiempo.

Antes de seguir adelante quiero recordar que siguen secuestrados sin que nadie se acuerde de ellos ni nadie los mencione: el policía Edelio Morínigo Florenciano desde el pasado 5 de julio de 2014; Abrahan Fehr Banman desde el 8 de agosto de 2015 y Franz Wiebe Boschman desde el 27 de julio de 2016. Este último, de 17 años, es uno de los sostenes principales de su familia y trabaja en el establecimiento de un tío suyo.

Pienso que el proceder de la familia de Urbieta Ramírez está mal, pues no se puede recurrir a un delincuente acusado de ser una figura de importancia en el mundo del tráfico de drogas para pedirle ayuda, ni mucho menos entrevistarse con él en su lugar de reclusión donde conversaron por casi dos horas con la presencia de los dos abogados del recluso. Los resultados de la reunión fueron negativos, pues los familiares del secuestrado no consiguieron el apoyo que esperaban.

Pienso que el proceder de la familia de Urbieta Ramírez está bien porque ante el silencio de las autoridades, el silencio de las personas que tendrían que estar involucradas en encontrar y devolver a sus hogares a todos estos secuestrados por una banda criminal, solo han respondido con el silencio. Aparentemente nadie se ha detenido a pensar lo que significa para la institucionalidad de un país, para la legitimidad de un gobierno, que los ciudadanos tengan que ir a las cárceles y recurrir a los delincuentes para pedirles que se les haga justicia. Sencillamente es escandaloso.

Una de las hijas del secuestrado, Liliana Urbieta, en una entrevista con la radio ABC Cardinal, dijo “Necesitamos recursos para traer a mi papá vivo y somos capaces de negociar con Satanás”. Absolutamente comprensible, con la salvedad que por lo menos Satanás no es un delincuente ni trafica con drogas. La expresión, sin embargo, es comprensible ya que los secuestradores les piden 500.000 dólares de rescate, dinero que la familia no tiene. En la misma entrevista Liliana se quejó de que ya pidieron varias veces audiencia con el presidente Horacio Cartes, pero el Mandatario se niega a recibirlos. Pues sí señor, es un despropósito ir a distraer la atención del Señor Presidente cuando está muy ocupado en su reelección y estudiando de qué manera se puede burlar el artículo constitucional que no se lo permite. Me recuerda aquella inolvidable “Canción de cuna para dormir a un gobernante” de María Elena Walsh, cuando dice: “Hombres, mujeres, niños, es decir nadie / parece que quieren que no descanses. / Turban con penas chicas tu sueño grande. / Cuando no piden casas, pretenden panes”.

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Pensaba terminar diciendo “miren en manos de quiénes estamos”, y luego decidí cambiar por el de que en realidad no estamos en manos de nadie. El desinterés por la ciudad y la ciudadanía nos ofrece esta imagen de desazón, de desconsuelo. Se ha llegado a un punto en que la gente irá a hacer cola en las puertas de la cárcel tratando de entrevistarse con los delincuentes para pedirles que acudan en su auxilio porque ni la justicia, ni el ejército, ni el Gobierno, ni la policía, ni los legisladores (que ahora nos exigen que los tratemos de “honorables”) demuestran el más pequeño interés por nuestros problemas, no importa que sean pequeños o grandes. Y en medio de este desinterés, de esta inoperancia, de esta incompetencia para resolverlos cada mañana, nada más abrir el diario nos encontramos páginas enteras dedicadas a contarnos el último, o mejor dicho, el más reciente caso de corrupción, que la justicia tampoco tiene ningún interés de castigar.

Miles de millones de dólares, no de guaraníes, se esfuman y se pierden en anónimas cuentas en lejanos paraísos fiscales. Pero a no preocuparse, que en algún momento recurriremos a algún delincuente notorio que nos ayude a que se haga justicia, aunque sea desde la cárcel. No importa.

jesus.ruiznestosa@gmail.com