En la “jerga vial” se considera “zona activa” a terrenos con un alto contenido de arcilla expansiva, donde las fluctuaciones estacionales de humedad originan problemas por cambio de volumen (ciclo de expansión y retracción), fenómeno responsable del colapso de las rutas. Ello explicaría por qué en nuestro país el colapso de las rutas (terraplenes y carpeta de rodamiento) es una historia de nunca acabar, y se convierte en el gran negocio de las vialeras y la cadena de suministros.
En efecto, para los ingenieros en mecánica de suelos el gran problema que suponen los terrenos arcillosos activos (con alto porcentaje de montmorillonita) se caracteriza por tener partículas capaces de absorber gran cantidad de agua, y al aumentar la humedad del terreno se producirán hinchamientos, y al disminuir la humedad (desecación) se producirán retracciones, y dependiendo del espesor del estrato y/o bolsones de arcilla, el cambio de humedad causará la deformación del terraplén y la estructura de rodamiento (ondulaciones, hundimientos y elevaciones).
Colegas de zonas limítrofes con características similares a nuestro país consultados confirmaron que en la región un 45% de las formaciones geológicas contienen arcillas expansivas y un 64% se encuentra en climas en los que pueden dar cambios de humedad representativos en el suelo, con periodos de sequía que van de dos a tres meses. Y coincidieron en señalar que la cimentación sobre arcillas expansivas es posible, siempre y cuando se cuantifique con exactitud el grado de expansividad, se tomen las medidas adecuadas en cada situación e implementar un procedimiento de estabilización, y evitar así repetir los mismos trabajos de bacheo y reconstrucción.
La tecnología más empleada consiste en la “inyección a presión de lecherada de cal” bajo los terraplenes (LSPI por su sigla en inglés), directamente al interior de la capa a tratar, a profundidades de 1 a 13 m de ser necesario, forzando a la cal a penetrar lateral y verticalmente en los bolsones y horizontes de arcilla para neutralizar la acción destructiva.
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Experiencias en la región
En la Provincia de Corrientes (con una topografía similar a la parte oriental de nuestro país) en 1976 se inyectó cal diluida en terraplenes y subsuelo en un tramo de 50 km de la Ruta Nac. Nº 27 tramo Mburucuyá -Saladas, para detener las deformación en terraplenes y la destrucción de calzada. La ruta fue construida sobre un antiguo camino colonial, con material de relleno no muy clasificado, sobre un subsuelo arcilloso que experimentaba grandes cambios de volumen.
A dos equipos de inyección les llevó 20 días inyectar “cal diluida en agua” a presión en los 50 km, a través del paquete estructural y terraplén, al interior de los mantos y bolsones arcilloso ubicados hasta a 8 m de profundidad, y las deformaciones cesaron definitivamente.
Los resultados obtenidos permitieron concluir que en un 99% mostraron un aumento de resistencia del núcleo y subsuelo, obteniéndose un incremento mayor al 100%, llegando en algunos casos a 400%, valores que se mantiene a la fecha, y hoy solo se realizan reparaciones superficiales de la carpeta asfáltica.
Sería beneficioso para los contribuyentes que el Ministerio de Obras Públicas considere el empleo de esta tecnología para neutralizar los suelos expansivos en nuestras rutas y frenar uno de los mayores negociados de las vialeras.