¿Evangelizar o depredar?

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SALAMANCA. Una sobrina me envió una fotografía que deseaba presentar en un concurso pidiéndome mi opinión. La fotografía era buena, pero cuando leí de qué se trataba me invadió una tristeza enorme. He perdido ya la energía necesaria para indignarme y protestar a los gritos. Lo que aparecía en la imagen era el rincón de una habitación con el sol entrando a raudales a través de un techo que hacía tiempo se había desplomado. En el suelo, hojas secas y basura. No me quedó bien claro si se trataba de la iglesia principal de Caazapá o el oratorio de San Roque que está en el cementerio. No importa cuál de los dos lugares sea. Lo que se había venido abajo era parte de lo más valioso y significativo que teníamos del barroco franciscano.

Como fotógrafo trabajé en la restauración tanto de la iglesia como del oratorio, integrando un equipo que dirigía Estela Rodríguez Cubero y el apoyo económico de Teresa Napout, cuya familia es originaria de Caazapá. Resulta difícil olvidar aquellos continuos viajes por un camino sin pavimentar ya que el asfaltado terminaba en Villarrica. Cualquier dificultad, cualquier inconveniente, cualquier obstáculo que pudieran surgir se empequeñecían ante el placer de contribuir a recuperar aquellas joyas del siglo XVIII. Esa misma joya que hoy está en el suelo, el techo desplomado, y pienso que, por lo tanto, el retablo habrá quedado al descubierto y su colorido ya habrá sido lavado por las lluvias torrenciales que han caído durante el último año. ¿Puedo preguntar quién es el responsable de que esto haya sucedido? De haber sido lingotes de oro el país estaría levantado preso de la indignación. Pero como se trata de otro tipo de tesoro a nadie le interesa, incluso sabiendo que los lingotes de oro se pueden reponer pues hay minas en muchas partes del mundo y se sigue produciendo y el oro extraído hoy es igual de valioso que el oro extraído ayer. Pero el arte que se produjo en el siglo XVIII si se pierde, se ha perdido para siempre porque no se puede recuperar.

Desde hace bastante tiempo insisto en la idea de que no es posible que una parte tan valiosa de nuestro patrimonio cultural se encuentre en manos de curas párrocos que quizá sepan de teología pero nada de estética. En ocasiones, pienso, no saben de teología ni siquiera de historia sagrada pues siguen enseñando, por poner un ejemplo, que fueron los judíos quienes mataron a Jesús inculcando a los niños no solo una mentira, sino también introduciéndolos en una cultura del odio al otro.

La lista que tengo de los estragos que han hecho los curas que tienen a su cargo iglesias de un valor inapreciable es larga y dolorosa. Pongo por ejemplo lo ocurrido en Capiatá: al día siguiente de retirarse el equipo de restauración, que hizo un trabajo maravilloso, el cura párroco compró pintura sintética negra y procedió a pintar puertas y ventanas echándolas a perder definitivamente porque esa pintura no se puede retirar. Además, cubrió con pintura blanca los restos de pinturas originales que se descubrieron en las paredes del templo. Nadie dijo nada.

Al día siguiente de retirarse el equipo de restauración de la iglesia de Trinidad (Asunción) se presentó el cura párroco martillo en mano y con clavos de tres pulgadas (casi ocho centímetros) sujetó unos carteles hechos en cartulina en las columnas del templo. Entre las cosas que ignoraba también figuraba la carpintería ya que media hoja de cartulina se sujeta con dos chinchetas. En Santa Rosa (Misiones) se permitió que se ponga un taller de motos al lado mismo de la capilla de la Virgen de Loreto, ¡las únicas pinturas al fresco que existen en todo el país! de la época de las Reducciones. ¿Alguien ha dicho algo?

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Como sé que es inútil pedir que eso que forma parte de nuestro patrimonio se sustraiga de las manos de quienes evidentemente no están preparados para cuidarlo, sugiero, en cambio, que se haga una lista de todos los monumentos y se prohíba, terminantemente, que se toque, ni siquiera un alfiler, sin el consentimiento de una comisión de expertos creada exclusivamente para ello.

jesus.ruiznestosa@gmail.com