Evo, el detector de mentiras

Evo Morales, presidente de Bolivia desde hace más de una docena de años y con pretensiones de seguir lo más que se pueda, es un innovador. Ahora está con la idea de crear una especie de ministerio detector de mentiras. Es único ¿o no?

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Lo inquietante es que se trata de una nueva vuelta de tuerca para atacar la libertad de prensa y la actividad periodística y para manipular a los ciudadanos mediante un manejo monopólico y totalitario de la información.

No es que la idea sea novedosa, por cierto. En realidad se trata del viejo reclamo de “la información veraz” que defendieron incluso gobernantes democráticos. El caso de Rafael Caldera, quien lo quiso imponer a nivel continental y solo recibió el apoyo de Fidel Castro y Alberto Fujimori –lógico– y de muy pocos más. Ya Venezuela iba mal. Tras Caldera vino Hugo Chávez que hizo borrón y cuenta nueva en materia constitucional, pero que lo único que no tocó fue aquello de la información “veraz y oportuna”.

No parece tan grave, ¿por qué negarse a informar la verdad? se dirá, y se ha dicho.

Pero no se trata de eso: la pregunta es ¿cuál es la verdad? ¿Quien es el dueño de la verdad? ¿Hay una única verdad? y, muy especialmente ¿quién decide qué es verdad y qué es mentira? ¿Quién decide y, en definitiva, quién dice cuál información es veraz y cuál falsa? 

Parece que en la bolivariana república Plurinacional de Bolivia el encargado será Evo Morales. Casi un dios.

En la Constitución boliviana ya está recogido el mentado principio de la “veracidad”, como es lógico en una Constitución bolivariana, la que, como tal, solo se modifica cada tanto para que Morales sea reelecto. Lo ingenioso de Evo es que ahora quiere impulsar una ley contra la mentira. Y eso, ¿por qué? Según él para sancionar a los mentirosos que, por ejemplo, le hicieron perder el último referéndum y entre los cuales ha identificado y agrupado a los integrantes de la oposición y a los medios de prensa. Para enfrentarlos y perseguirlos, y de ser posible acabar con ellos.

Evo va a crear “una ley para no mentir”. En los hechos, como se dijo, va a crear un Ministerio Detector de la Mentira.

“El que le tiene miedo a una ley contra la mentira es un confeso mentiroso”, sentencia Evo. Pero el miedo no es por la ley, sino que es por quién va a decidir qué es verdad y qué mentira.

De antemano, Evo ha señalado a los que están en falta respecto a la prometida ley.

Desde hace un tiempo ya y en más de una ocasión, calificó duramente a la oposición y medios de prensa, a los que llamó “cartel de la mentira” y “terroristas mediáticos”. Así nomás.

Es inefable: Morales dice que la prensa miente y le critica porque él le quitó toda la publicidad oficial, cuando la realidad fue exactamente al revés: como “castigo” por la crítica y la información de los medios independientes, que le “destapaban algunas cositas”, Evo dispuso quitarles la publicidad oficial.

Y él es el que va a decidir qué es mentira.

Este nuevo intento y avance contra la libertad de prensa ha recibido la condena de la SIP, de la Asociación Nacional de la Prensa de Bolivia y otras organizaciones de defensa de la libertad de prensa. Es de esperar que la OEA y sus organismos vigilantes del sistema democrático se ocupen del caso.

Una interrogante final: ¿la ley, que según lo anunció el presidente “será para sancionar al mentiroso, sea autoridad o sean medios de comunicación”, tendrá carácter retroactivo? La pregunta cabe porque si lo tuviera podría afectar al propio Evo, quien por lo menos en dos ocasiones les ha mentido a los bolivianos afirmando que se trataba de “su último periodo”, y que no le interesaba la reelección.

daf@adinet.com.uy 

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