Fantasma de fin de año

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El proyecto de enmienda constitucional para habilitar la reelección presidencial es, desde hace algunas semanas, una suerte de fantasma que recorre el escenario político paraguayo. Nadie lo conoce realmente pero todos hablan de eso. Alrededor de él parece estar girando el sistema político e institucional paraguayo.

Da la impresión de que el oficialismo ha atado su suerte y su destino o la imagen del éxito o fracaso de su gestión, a que se apruebe en el Congreso este plan cuyos detalles no se han presentado formalmente, por lo cual no hay nada concreto sobre lo cual debatir realmente.

El principal impulsor o interesado, el Presidente de la República, no habla del tema. Deja que sus leales y/o adulones lo hagan por él.

El problema es que Horacio Cartes se pasó diciendo que no le interesaba ser reelecto, que no perdería el tiempo en evaluar algo que la Constitución no permite porque eso sería decepcionar a la ciudadanía que lo eligió.

Pero, ahora que los ministros del Gabinete y sus legisladores leales y conversos hablan todo el tiempo de reelección, él no los desautoriza.

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No es casualidad que los medios de comunicación hayan sido invadidos en las últimas semanas por una catarata de propaganda oficial que habla de las presuntas bondades del actual Gobierno y que al Presidente se le haya dado por inaugurar obras sin terminar, como el megageriátrico de San Bernardino.

El publicitado barrio San Francisco de Zeballos Cue, el de las “Mil viviendas”, en el predio del RC-4, no podrá ya ser inaugurado en este diciembre, como pretendían el Mandatario y su equipo político. El corte de cinta y las fotos quedarán para el mes de enero, según promete la Senavitat. Habrá que ver si estarán listas todas las unidades habitacionales o solo parte de ellas. Así como en la época de Federico Franco había que hacer paladas iniciales “a tutiplén”, la consigna ahora es inaugurar e inaugurar, aunque sean cosas a medio hacer.

Toda esa parafernalia no tiene otro objetivo que intentar instalar la figura del Mandatario como la de un gran hacedor de obras o, temerariamente, como la de un estadista.

Si bien se ven obras de infraestructura en marcha en forma de caminos y puentes, a costa de un gran endeudamiento público, no se nota que el Gobierno esté también interesado en instalar políticas de Estado en materia de salud, educación y reforma agraria, cuestiones que afectan a la mayoría de la población. Las estadísticas que asesores del Presidente pretenden instalar caen frente al descontento y las necesidades populares insatisfechas.

En lo que sí ha tenido éxito el gobierno es en instalar la reelección como una cuestión “importante” en la agenda política. Los partidos de oposición y la prensa en general van detrás de ese tema, como si de cantos de sirena se tratara.

El gran debate político presente en el país está reducido a si hay que aprobar o rechazar la posibilidad de reelección. Sumergidos en el inmediatismo, poco se habla de las soluciones para los problemas reales del país.

Tal vez sea por la propia incapacidad de encarar estas cuestiones por parte de quienes aspiran a continuar o capturar el poder, o por subestimar la inteligencia de la gente a la que solo se llama a votar al color o la cara del candidato. O peor, por no tener realmente propuestas que presentar.

De la forma que operó el oficialismo con el tema de la reelección, el fracaso de ese proyecto se asimilará al fracaso de su gestión, lo cual repercutirá en contra del sucesor que impulsen después.

En tanto, para el sector de la oposición, que se jugó en contra de ese plan, significará quedarse sin ningún candidato seguro y comenzar de cero a construir una propuesta, con muy poco tiempo por delante para convencer al electorado.

mcaceres@abc.com.py